Night Ranger en el Festival Stage fue al mismo tiempo que Rival Sons y tuvo una gran actuación. Oriundos de San Francisco, su setlist fue en realidad una gala de éxitos. Comenzaron con Lay It On Me, seguida de Sing Me Away, Seven Wishes, Coming Of Age (esta de Damn Yankees) y Rumours. Claramente estaban disfrutando de su presentación así que se se animaron a tocar Crazy Train de Ozzy Osbourne, en memoria del tiempo en que Brad Gillis tocó con Ozzy. Después vendrían Growing Up In California,The Secret Of My Success, When You Close Your Eyes, Eddie's Comin' Out Tonight, High Enough -otra vez, de los Yankees– y Touch of Madness. Al terminar, Dee Snider de Twisted Sister subió al escenario para acompañarlos con Rock In America. El sonido de Night Ranger es muy comercial y acorde con su época: los 80. A la gente del Sweden Rock le encanta este tipo de grupos, por lo que les fue muy bien. Al final cerraron con Sister Christian y Don't Tell Me You Love Me.

En este tipo de eventos es muy difícil decidir qué grupo ver porque muchos horarios de superponen; ahora la disyuntiva era entre Mastodon y Graveyard, así que optamos por ver mitad y mitad. Mastodon reunió a una gran cantidad de gente y con un par de temas se elevaron por encima de la capacidad real del audio, que debe haber sido de 100 db, sonando aplastantes y poderosos como en Blood And Thunder, por ejemplo. El show de Mastodon no es un concierto visualmente espectacular, el grupo apoya su potencial en su música, su presencia escénica es sobria y efectiva; convencidos de la mística que emana de sus composiciones. Son serios y en general, no interactúan demasiado aunque Troy Sanders miraba a las cámaras con cara de diablito. Con el corazón sangrante por tener que partir, llegó el momento de ir a ver a los amigos de Graveyard, quienes también tenían una enorme audiencia.

El Zeppelin Stage hizo honor a su nombre evocando esa época del rock, así mismo, fue el escenario que mejores propuestas sonoras acogió. Y bien, atrapados en los 70 pudiera ser la definición del sonido de Graveyard, al menos hasta ahora. El joven cuarteto sueco transportó en el tiempo a su audiencia tocando un set – lógicamente – un tanto predecible, con poco espacio para la experimentación. Ciertamente las partes más experimentales fueron las mejor recibidas, enloqueciendo al respetable, elevando así el nivel de su actuación. El set list fue más o menos así: Blue Soul, Buying Truth, As the Years Pass By, The Hours Bend, Ungrateful Are the Dead, Uncomfortably Numb, Granny and Davis, Ain't Fit to Live Here, No Good, Mr. Holden, Satan's Finest, Hisingen Blues, The Siren y Thin Line.

Los últimos rayos de luz  se conviertieron en la noche para recibir a los entes noruegos mejor conocidos como Dimmu Borgir. Miles de seguidores esperaban desde hace horas bajo la sombra helada que el escenario hacía sobre ellos. El intenso show  fue muy parecido a lo que vimos en México el pasado febrero, sólo que adapatado para un festival con éstas características, osea con la audiencia mucho, mucho menos involucrada que la de México. Los trajes y la escenografía ya los conocen, así que saben la golosina visual que esto significa. Desde el inicio parecía que la audiencia estaba bajo un hechizo, la obscuridad caía sobre todos y las sombras cautivantes entre la niebla, hacían parecer que estabas soñando las canciones. Una presentación impactante y memorable que apoyó gran parte del setlist en su última producción enriquecida con material de otras épocas, matizado con la alucinante ejecución musical de los noruegos. Sobresalieron las piezas Mourning Palace, A Succubus in Rapture, The Serpentine Offering y Progenies of the Great Apocalypse. Dimmu Borgir dejó muy alto la bandera del black metal, coronándose como el acto de black metal sinfónico, más importante del mundo.

Sebastian Bach tuvo a bien ser programado para tocar al mismo tiempo que Dimmu Borgir en el Rock Stage, por lo que vimos el final de su show al esperar por Soundgarden. A decir verdad, tuvo un arrastre tremendo y la gente estaba prendidísima. El público desconoce los nuevos temas de Sebastian, así que el setlist se balanceó entre clásicos, trabajos personales y nuevas canciones pero apoyándose en el trabajo hecho con Skid Row. Así que desde el show fue desde Slave to the Grind, 18 & Life, Piece of Me, Monkey Bussiness, I Remember You, hasta I'm Alive, que sonó tremenda. De lo perdido, nos conformamos con lo recuperado y aunque Bach, es un gran frontman, su voz, claramente- ya no es la que era y la banda que le acompaña es bastante regular. Fue un show divertido y cumplidor, en la que la gente participó, pero nada más. Un gran detalle fue que Dee Snider saliera con él para cantar We're Not Gonna Take It y Youth Gone Wild al final. Mientras todo esto sucedía, Vulkan y Mother Of God se presentaron en el Rockklasikker Stage.

Grandes expectativas rodean el regreso de Soundgarden, la estrella del Sweden Rock por esta noche. Sin embargo Soundgarden ofreció un concierto distante. Los cuatro de Seattle saltaron al ruedo con una intro espectacular y un juego de luces maravilloso para Searching With My Good Eye Closed. Ese fue el inicio de 115 minutos sin tregua en el que la banda descargó auténticos bombazos como Spoonman, Let Me Drown, Outshined, Flower, Drawing Flies, Hunted Down, Blow Up The Outside World y Fell On Black Days.

Tres cuartas partes del set se basaron en los tres primeros discos de la banda, lo que libera un alud de evocaciones a los años 90. Soundgarden trabajó muchísimo en los visuales de su presentación y estuvo, por decir lo menos- entre las 3 mejores, con proyecciones de imágenes, loops y cortos. La voz de Chris Cornell se expandió emocionada en la fría noche, aunque ha perdido fuerza. Llegaron temas como My Wave, Burden In My Hand, Rusty Cage y Room A Thousand Years Wide. Conforme el frio subía, Soundgarden se alejaba – metafóricamente- de la gente- hubo una mínima conexión con el público, y eso claro que afecta a quienes les esperan en el frío y al final de una AGOTADORA jornada. La verdad es que el público de este festival no se identifica con el grunge, Soundgarden es una banda excelente que trajo un set bastante duro de digerir, así que después de Loud Love, Live To Rise, Gun y Ugly Truth, bastante gente fue abandonando el concierto. Situación que se fue haciendo más clara al terminar Black Hole Sun. Luego, Jesus Christ Pose, Beyond The Wheel y Slaves & Bulldozers al final; de la mano de una parte instrumental cortesía de Ben y Kim Thayil, para así terminar con un gran concierto, un regreso agridulce presenciado por pocas personas.

Tras la desilusión que supone presenciar un desangelado regreso, la presentación de Dark Funeral en el Zeppelin Stage, no sólo trae consigo ilusión, sino energía suficiente para seguir rockeando y tomando fotos a las 2 de la mañana bajo la lluvia. Los blackmetaleros, se manifestaron agradecidos por la nutrida concurrencia que les acompañó y con brutalidad y destreza, conquistaron los corazones de cientos de gentes que aún no los conocía.

CONTINÚA…