Por Alberto Torres
Symphony X
Iconoclast
Nuclear Blast
“No temas a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande” – William Shakespeare
A menudo, después de escuchar un disco tan bueno muy bien recibido por la crítica, al igual que por los fans, surge la duda ¿Qué sigue? ¿Cómo podría la banda superar esto? Y por supuesto ¿Cómo sonaría un nuevo disco? Pues bien, con Symphony X pasa algo similar después de haber sacado lo que fuera una auténtica obra maestra, Paradise Lost. Regresan tras cuatro años de ausencia con ánimos renovados, una nueva fórmula, un nuevo concepto, regresan con el magnífico Iconoclast.
Es así que Symphony X, con este álbum, nos recalca la grandeza que han forjado hasta el día de hoy y sin temor a decirlo, los consagra como una de las mejores bandas de metal progresivo de todos los tiempos. No obstante, se debe advertir que algunos encontrarán este larga duración, carente de ese gancho a base de riffs pegajosos.
Iconoclast no es un material conceptual, pero gira en torno a una temática muy próxima a toda la humanidad, es decir, la invasión de la tecnología que sufrimos los humanos, y al control al que estaremos sometidos o ya lo estamos ¿no es así? Lo que es cierto es que Symphony X nos somete de principio a fin a un trance musical con los múltiples cambios de tiempo, producción inmejorable, el poderío y todo a lo que nos tienen acostumbrados los de New Jersey.
Un CD sumamente oscuro, incluso más de lo que muchos quisieran; desde la primera pieza, la homónima del disco, los riffs son sencillos pero envolventes, nos adentramos tanto en esa música pesada y densa, reforzada por la melodía de la voz, a tal punto que los finales de las canciones son sorpresivos, pero el inicio de la siguiente es categóricamente cautivante.
Describir cada una de las canciones del LP sería un esfuerzo infructuoso por demostrar la cantidad de detalles que lo conforman, los cuáles no logramos apreciar en su totalidad a la primera escucha, pero puedo decirles que el sonido de Symphony X es más sencillo y pero igual de potente y ahora más conciso, el cual se percibe natural, sin rebuscamientos.
De temática futurista, pasando por ritmos sincopados hasta aplastantes cortes instrumentales, tal vez no sea un álbum de fácil digestión, pero encontrarán los clásicos coros gregorianos, la maestría de Michael Romeo con un sonido más endurecido, Russell Allen que logra de una manera tan peculiar, transmitir la emoción de lo que relata; Michael Pinnella muchísimo más protagonista que en el disco anterior y la sección rítmica a cargo de Michael Lepond y Jason Rullo, que no muestran nada nuevo bajo el sol, pero sí es de lo mejor de lo mejor.