Por Pablo Barrios
Linkin Park
A Thousand Suns
Warner Music
Luego del fracaso musical (no comercial) de su anterior álbum Minutes to Midnight, una oda al plagio en todo sentido, Linkin Park logra vencer a sus demonios con una propuesta bastante radical a lo que venía haciendo. A Thousand Suns es un experimento tan minimalista que puede fallar de la manera más catastrófica posible, aun así salieron victoriosos con una obra impensada por muchos y que ya se ha ganado el odio generalizado de sus seguidores más acérrimos.
Nacidos del auge Ñu Metal junto a Limp Bizkit, Korn y Slipknot pero con melodías pop, Linkin Park se ha ganado una reputación dentro de la escena del rock como invasores de un sonido que no les pertenece, y con este nuevo trabajo finalmente están buscando una nueva identidad, ahora más ligados con la electrónica, los sonidos industriales. Con las melodías vocales de Chester Bennington al frente, reclutando a Rick Rubin (Metallica, Slayer, Danzig, Red Hot Chili Peppers) en las filas de la producción, estamos frente a un escenario que por lo menos es novedoso. Sin guitarras predominando, sólo en acompañamiento de los samples y loops que se disparan en cada track, la agrupación estadounidense ha logrado el mejor trabajo de su historia a pesar de las opiniones de los fanáticos más puritanos.
Comprometiéndose con un mensaje anti-sistema en este disco, siguen una línea mirando haciendo al futuro y olvidando el pasado, pero sin ser revolucionario. La banda es una coleccionista de hits que en este caso le será difícil convencer a un público más popular por romper el molde en el sonido habitual de sus dos primeras propuestas, Hybrid Theory y Meteora.
Más armónicos y maduros, con una influencia muy marcada de los trabajos experimentales de Radiohead, de los 15 temas que están estipulados en el CD, casi la mitad son interludios donde nos dan una idea que se trata este proyecto, haciendo que el trabajo se escuche de principio a fin como una obra conceptual muy bien balanceada.
De entrada The Requiem y The Radiance son el aperitivo inicial, algo más que inusual con dos introducciones donde recién en la tercera canción Burning In The Skies, entrana tocar de una forma muy tranquila, ocurriendo de la misma forma sin sobresaltos de ningún tipo durante todo el CD, salvo en algunos tramos de la historia conceptual como en Blackout, donde Chester Bennington empieza a gritar de forma desmesurada recordando a Faint de Meteora y con una ausencia, en este caso favorable, de Mike Shinoda. El rap/rock es casi inexistente sólo por el hecho que en When They Come For Me hacen una clara alusión que de ahora en adelante no hay que esperar más de lo mismo de Linkin Park. La tranquilidad de todo el álbum no debe confundirse con falta de entrega o en buscar nuevas alternativas y nuevos sonidos como en The Catalyst, ya que A Thousand Suns es un experimento donde los géneros no existen y la música es libre.
Por suerte, el grupo esta mutando en algo que tendrían que haber hecho en su disco anterior, una mezcla que va del tecno, rock, pop, industrial bastante moderno. El redondo es uno de esos trabajos que dividen aguas y genera polémica durante años, un material donde no hay medias tintas, o lo amas o lo odias. Para los seguidores más fieles de la agrupación es un paso hacia atrás. Para Linkin Park, A Thousand Suns es simplemente comenzar de nuevo.