Sábado 17 de Abril de 2010
Palacio de los Deportes
México D.F.
Por Juan Martínez
Fotos: OCESA/Salvador Bonilla

Temperamental, vanidoso, egocentrista… muchos han sido los calificativos que le han colgado a Dave Mustaine, pero lo que nunca ha estado en cuestión es su gran talento e innato virtuosismo, tanto para interpretar la guitarra como para elaborar composiciones imborrables de la memoria colectiva de la comunidad metalera, a tal grado que muchos lo consideran —y con argumentos sólidos— la verdadera mente maestra detrás del nacimiento del thrash metal. De manera incomprensible, en su última visita a México, en 2008, Megadeth fue relegado a un tugurio con un cupo de apenas 3,500 espectadores, mientras que ahora se les hace justicia y se les concede el Palacio de los Deportes, en donde caben hasta 20,000 espectadores, y el cual, hay que decirlo, estaba a reventar, con un lleno total.
Con la agrupación mexicana de metal progresivo Agora como abridores, los integrantes de Megadeth fueron apareciendo sobre el escenario en punto de las 21:00, acompañados de los tétricos acordes de Black Sabbath, mientras recibían una gran ovación por parte de los asistentes. Una situación muy divertida se dio un instante antes, cuando el público cantó eufóricamente la canción de fondo en el sonido local antes de la presentación —Two Minutes to Midnight—, como si ya se tratara del concierto principal. Sin duda, los ánimos estaban candentes.
Con sólo entrar en el recinto, la situación quedaba clara: la portada de Rust in Peace decoraba el fondo del escenario; un alivio para quienes no acaba de convencernos el Endgame (muy posiblemente, la misma sensación que experimentaron con la gira Somewhere Back in Time quienes prefieren el material antiguo de Maiden). Hubo clásicos, sin duda, pero el ingrediente fuerte de la noche consistió precisamente en la interpretación —en su totalidad y en perfecto orden— de los nueve temas del clásico Rust in Peace, recordado como uno de los grandes álbumes de metal de la historia, en la celebración de su vigésimo aniversario. Como
en contadísimas ocasiones, el público mexicano sorprendió con su devoción absoluta y perfecto conocimiento acerca de la banda sobre el escenario, ya fuera lanzando al unísono un “¡Me-ga-deth!” que acompañó rítmicamente a los famosos riffs de Hangar 18 y Symphony of Destruction, vitoreando con un “¡Dave, Dave, Dave…!” la presencia instrumental del pródigo y entrañable Ellefson en temas como Poison Was the Cure, Dawn Patrol y Peace Sells, y cantando las canciones, incluso las del material menos popular, como She-Wolf y Trust del álbum Cryptic Writings — de gran manufactura, por cierto—; adicionalmente, la agrupación tocó un par de canciones del Endgame: la pegajosa The Right to Go Insane y el sencillo Headcrusher, que desafortunadamente no son las mejores, siendo preferibles This Day We Fight o Endgame, pero eso no fue impedimento para que el público las coreara animado. El mismo Mustaine reconoció: “Venimos de una gira por los Estados Unidos, y a pesar de que allá hablan inglés, no se acercan a lo que hacen ustedes”.
Inevitablemente, por momentos, al escuchar esas monumentales piezas del Rust in Peace, se extrañó la presencia de Marty Friedman sobre el escenario —quien era el impresionante guitarrista que militaba en el grupo en aquella época y, para muchos, el más fino compañero que ha tenido Mustaine—, pero eso sencillamente ya no es posible, así que tuvimos que conformarnos con Chris Broderick, quien, a pesar de no tener un currículum a la misma altura de sus antecesores (Chris Poland, Marty Friedman, Al Pitrelli y Glen Drover), no hizo tan mal trabajo reproduciendo los solos de guitarra que hicieron famosos los demás.
Para el encore, David Ellefson salió al escenario con una camiseta de la selección mexicana de fútbol, con lo que reafirmó la simpatía que los presentes sienten hacia él —aunque la triste realidad es que México volverá a ser eliminado del Mundial, pero cualquier pretexto es bueno para festejar—. Tras la inconfundible línea de bajo introductoria, un Mustaine “topless” apareció para entonar la gran Peace Sells, tras la cual, concluyó: “¡Espero que se la hayan pasado en grande, porque nosotros sí!” (“I hope you had a great time, ’cause we sure did!”). Y así, después de apenas una hora y media, el sueño terminó.
SETLIST
Intro: Black Sabbath
Skin O’ My Teeth
In My Darkest Hour
She-Wolf
Holy Wars… The Punishment Due
Hangar 18
Take No Prisoners
Five Magics
Poison Was the Cure
Lucretia
Tornado of Souls
Dawn Patrol
Rust in Peace… Polaris
Trust
The Right to Go Insane
Headcrusher
Symphony of Destruction
ENCORE
Peace Sells (con un remate de Holy Wars)
Outro: My Way (versión Sid Vicious)








































































