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Por Manuel Rojas
Gojira
L'Enfant Sauvage
Roadrunner Records
¿Groove metal?, ¿technical metal?, ¿progressive metal?, ¿death metal? Todos y ninguno: esto es Gojira, señores.
L'Enfant Sauvage representa el quinto álbum de larga duración del cuarteto originario de Bayonne, el cual, mediante mucho trabajo, una calidad más que probada, y sobre todo, una enorme dosis de originalidad, ha logrado ubicarse con el paso de los años entre los actos punteros dentro de una escena cada vez más competida y de paso han colocado a Francia dentro del mapa metalero internacional.
Para esta producción (la primera con Roadrunner Records) la banda decidió grabar en la ciudad de Nueva York, contando con la producción conjunta de Joe Duplantier (voz y guitarra) y Josh Wilbur (Lamb Of God), quienes en esta ocasión fueron, en gran medida, grandes responsables del magnífico resultado.
De entrada, debo decir que aquí no hay sorpresas: no hay cambios de estilo, no hay canciones fuera de lugar ni nada que pueda confundir al escucha; este es un álbum 100% Gojira, con todo lo que eso significa. De hecho, el punto en el que se distingue de sus antecesores es que en esta entrega el sonido característico de los franceses se encuentra más desarrollado que nunca, inclusive es difícil encontrar referencias claras a sus influencias, algo que prácticamente todas las bandas actuales denotan al transcurrir tan sólo unos cuantos segundos de escucha.
L'Enfant Sauvage son 52:25 minutos divididos en 11 canciones que nos guían a través de un viaje musical atmosférico e hipnótico que hará que el tiempo se pase volando si uno se deja llevar con el. Ésta no es tanto música para volverse loco, gritar las letras a todo pulmón y masacrar a todo el que se te ponga enfrente en el slam (aunque sin duda también puede hacerse), sino que es más una experiencia artística personal, la cual nos invita a unirnos sensorialmente con la música y perdernos entre los sonidos que emanan de las bocinas.
Las guitarras tienen un sonido muy denso y pesado y al mismo tiempo claro como el agua (punto a favor de la producción aquí), y se encargan de entregar los gigantescos riffs “marca de la casa” que sin duda alguna harán temblar más de un equipo de audio con toda su majestuosidad. Se nota como la dupla conformada por Joe Duplantier y Christian Andreu se encuentra en el punto álgido de su carrera, derrochando técnica y creatividad por los cuatro costados.
Hay slides precisamente colocados en varias de las canciones, los famosos cambios inesperados también se encuentran al por mayor en el álbum, así como el toque melódico, el cual es un poco más protagonista que en entregas anteriores. Pese a esto, se nota como, contrario a lo que ocurre generalmente en el metal, estos instrumentos no están ahí para robarse el protagonismo y liderar todo el disco, sino para servir al verdadero amo de la música: las canciones.
En cuanto al trabajo del bajista Jean-Michael Labadie, debo decir que pasa la prueba con creces, aportando en gran medida al sonido denso, pesado y atmosférico que Gojira imprime a sus creaciones. Aquí se logra replicar el papel que este músico tiene en directo, que es el de aportar grandes dosis de poder y potencia al asunto al mismo tiempo que demuestra estar siempre en sintonía con lo que ocurre con el resto de los instrumentos. Las líneas de bajo en el álbum son todo un monstruo en si mismo, pero un monstruo disciplinado, que sabe cuando es preciso atacar con todo y cuando es momento de reservarse un poco. Labadie sirve de ejemplo para demostrar que su instrumento puede (y debe) ser más explotado y ser más protagonista en el mundo de la música dura, al cual tiene demasiado que aportarle como para simplemente quedarse perdido en la mezcla y servir de mero apoyo para que los guitarristas se luzcan.
Mención aparte para la batería ejecutada por el crack que es Mario Duplantier: es impactante, original, de técnica multifacética, compleja por momentos y siempre sorprendente en el mejor de los sentidos. En L'Enfant Sauvage, Mario demuestra que es uno de los mejores del mundo en su instrumento, sino el mejor; consigue, en estos tiempos donde ya todo para haber sido inventado con anterioridad, sonar fresco y emocionante, al mismo tiempo que, al igual que el resto de sus compañeros, encaja perfecto en lo que la banda y su sonido representan. Su trabajo es fiel a su estilo habitual pero llevado a nuevos niveles, así pues, el doble bombo a velocidades sobrehumanas, el groove (vital para la música de los franceses), los fills altamente inspirados, la variación de tiempos dentro del contexto de una misma canción y ese instinto para saber que tocar y en que momento, todo eso lo tenemos aquí. El percusionista es, sin duda alguna, quien debe llevarse la nota más alta por el excelso trabajo que realiza en este LP. Es un fuera de serie, un virtuoso, así de simple.
En cuanto al departamento vocal se refiere, nos encontramos con lo acostumbrado, un Joe Duplantier haciendo uso de su estilo único, tanto vocal como líricamente.
Respecto a las voces, el frontman demuestra de nueva cuenta su versatilidad, siendo capaz de moverse dentro de diversos estilos sin por eso perder la continuidad ni la coherencia. Aquí no es como en el metalcore, en donde el contraste entre un estilo vocal y otro se acentúa lo más posible, sino que al contrario, los cambios se realizan de una manera por demás natural. Por otra parte, se le nota una leve mejora en su técnica respecto a anteriores producciones, con lo cual logra imprimir aún más emoción a las ya de por sí intensas composiciones.
Líricamente, Joe nos entrega esta vez un trabajo más personal, intimista y reflexivo. Pese a no ser estrictamente un álbum conceptual, en L'Enfant Sauvage reinan las letras introspectivas y existenciales respecto a si mismo y a la condición humana en general. Se nota un intenso trabajo y mucho tiempo dedicado en este aspecto, lo que hace que dichas letras sean difíciles de entender por completo, pero muy fáciles de captar y aún más fáciles de sentir.
Así pues, L'Enfant Sauvage es un trabajo bien logrado, cuyos puntos fuertes son la conjunción de la banda, la profunda emoción que logra transmitir, el groove que éste tiene, y como ya mencioné antes, la soberbia ejecución de batería. En cuanto a puntos negativos, es difícil realmente mencionar algunos cuando se habla de un LP como éste… quizá podría haber durado unos cuantos minutos más, ya que con L'Enfant Sauvage uno queda satisfecho con la escucha, cuando pienso que uno debe de quedarse con ganas de más, como ocurre con los grandes clásicos. Esto y tal vez un pequeño toque de más variedad dentro del propio estilo de la banda habrían hecho de esta una obra casi imposible de superar para los franceses.
Así pues, en general este es un álbum de enorme calidad, en el que la banda trabaja en equipo como la precisa y milimétrica máquina de hacer metal que son. Si te gusta Gojira, definitivamente no serás decepcionado, si no te gusta, aquí definitivamente no empezará a gustarte, y si no los conoces, este, a mi parecer, es el CD más representativo de su sonido, por lo que te recomiendo empezar a explorar su discografía por aquí.
Por José Eduardo Muñoz Flores (MetalheadMX)
Tankard
A Girl Called Cerveza
Nuclear Blast Records
Empezamos con el regreso de estos alemanes cerveceros de la vieja escuela del thrash y su nuevo álbum A Girl Called Cerveza. Son 30 años de trayectoria y vienen con todo ese potencial que los destaca por generar un pegajoso thrash.
El LP comienza con Running On Fumes, una intro acústica muy agradable al oído; Andreas Geremia demuestra en la voz tonos sumamente agresivos sin mencionar los excelentes riffs de Andreas Gutjahr. Esta canción posee cambios que van desde la rapidez hasta lo más complicado en cuestión de bajar velocidad, pero sin dejar de sonar violento, esto propicia un buen inicio.
Seguimos con A Girl Called Cerveza. Lo que caracteriza a Tankard son las letras donde siempre habrá alcohol de por medio y este es su ejemplo. La canción que da nombre a esta producción, es de las mejores en cuando a sincronización en cuestión de velocidad, ritmo, y sobre todo un excelente tema para ir con los amigos e irse a embriagar en un concierto; lo que continúa hará que la sangre te hierva de tan poderoso tema.
Witchhunt 2.0, con un inicio de riff sólidos que hará que enloquezcas al ritmo de tremenda batería a cargo de Olaf Zissel, quien destaca su potencial al dominar su coordinación en el doble bombo como si fuera algo tan sencillo. Un tema a sobresalir porque tiene calidad en los solos; el bajo muy bien ecualizado suena sumamente devastador. Lo que sigue es Masters Of Farces. Este tema se abastece de más velocidad sin quitarle ese punch que tiene el disco, otorgando dedicación al aspecto instrumental que a lo vocal.
A la mitad del material, The Metal Lady Boy, con la participación especial de Doro, ex-cantante de Warlock, irrumpe en posiblemente, uno de los temas más “lentos” dentro de esta entrega, donde no se pierde la costumbre del alcohol; riffs lentos pero muy pegajosos. Doro da, quizá, el toque vocal más agresivo en todo el álbum. También cabe destacar el estribillo de la guitarra seguido de un solo bastante impresionante, otro tema muy bien construído.
La siguiente canción es titulada Not One Day Dead (But One Day Mad), que empieza con un espectacular bajo y una distorsión sucia en el sentido de agresividad, acompañada por un buen riff de guitarra lleno de poder. Lo que ya logra notarse al final de este redondo es que hay mucho más solos hacia el final de cada track, pero los reyes de la cerveza, pese a que algunos temas lleguen a caer en monotonía, proponen Son Of A Fridge, con un inicio acústico y bajo sumamente discreto; demuestran como combinar lo tranquilo con una velocidad bestial en batería y guitarra aunque a veces la percusión baja el ritmo, sus cambios son sumamente progresivos y muy bien aplicados, al igual que la guitarra hace unos estribillos impresionantes, un tema excepcional.
Continuamos con la antepenúltima Fandom At Random donde dan un inicio con un riff muy lento pero agradable al oído, con el motivo de sumar intensidad en tiempos diferentes. Se nota que Tankard renueva su estilo.
Metal Magnolia calienta el cierre de A Girl Called Cerveza con un sonido más a lo que fue The Beauty And The Beer (2006). A mi parecer tiene un sonido similar a We Need More Beer.
Para culminar con broche de oro, Rapid Fire (A Tyrant’s Elegy), tantea un aroma épico al sonar de las guitarras, con una velocidad un tanto más baja pero sin quitarle poder en riffs enfocados a las voces, emprendiendo un cambio progresivo al tema.
Lo que se puede concluir de esta producción es que supera a su antecesor (Vol(l)ume 14, 2010). No han perdido su toque de thrash alemán, simplemente es un gran regreso de estos germanos.
Por Samuel Segura
Kreator
Phantom Antichrist
Nuclear Blast Records
"Those who never felt their souls, all live transient lives"
En una ciudad en ruinas, los soldados fusilan a los rebeldes. Los ponen de rodillas y disparan las balas de un rifle que antes fue usado para defenderlos. El cielo se ha tornado de un rojo intenso, inyectado de sangre, de odio, de agonía. El final de los tiempos lo ha dictado el hombre, no un anticristo que no existe, que es un fantasma. La música que suena va acorde con ese escenario. El cántico de un coro fulminado por el desconcierto da paso al verdadero colapso.
Phantom Antichrist, el reciente álbum de Kreator, dibuja un panorama desolador, donde la única esperanza es el sonido que sus canciones generan: apocalíptico. Es señal de madurez que una banda pueda conjugar de esa forma, como se escucha en este disco, la violencia de punteos puramente thrashers, propios de Coma Of Souls (en específico de When The Sun Burns Red en United in Hate) y aterrizar en un oasis en medio del infierno con acústicos y ambientaciones que engalanaron el Endorama. En la oscuridad el silencio reina por momentos, hasta que un estruendo le arrebata el trono: Mille Petrozza ha redescubierto su voz, la que perdió en su anterior álbum, y se convierte en la protagonista de esta historia que, inevitablemente, tiene un fin. La destrucción total, del hombre, de sus ideales, de sus creencias, una vez que empieza, no se detiene. Desde que iniciaron la revolución violenta, se declararon enemigos de dios, y convocaron a las hordas del caos, Kreator dejó las armas listas para la matanza. Una cohesión de melodía con brutalidad progresiva, un avance que el metal ha forjado en distintas bandas y géneros, negándose a retroceder, pero que no se niega a mirar lo que se ha hecho. La perfección de Civilization Collapse, de The Few, The Proud, The Broken, de Your Heaven, My Hell, sólo es concebida en el paraíso, un lugar al que la rebelión no pretende llegar y que es muestra de la evolución de la banda y de una corriente que incita a levantarse y luchar contra la complacencia. Victory Will Come, Until Our Paths Cross Again. Los edificios despedazados, el miedo como sustituto del aire, la muerte como único refugio. La piel no puede más que estremecerse ante las notas que, cada segundo de este disco, trastocan nuestras almas. Y los rostros, los hombres, no pueden más que sonreír, así la vida se les vaya entre las manos.