Home

Noticias

Los 35 Mejores Discos del 2010

34 comentarios

Llegamos a nuestro clásico conteo anual de Los 35 Mejores Discos del 2010, en el que destacamos los álbumes que prevalecieron en el año como los consagrados y los que se levantaron de entre los demás, todo en base al criterio del equipo de Search & Destroy: Sergio Alvite (S.A.), Antonio Ayala (A.A.), Pablo Barrios (P.B.), Juan Martínez (J.M.) y Javier "Show" Villalpando (J.S.).

Entre un total de 100 álbumes pre-elegidos, poco a poco dimos inicio a la disección que nos tiene olfateando el 2011 y alistándonos para la descarga que nos preparan esos 12 meses… Pero antes cerramos como se debe el 2010 y le decimos adiós con Los 35 Mejores Discos.

Por Staff S&D

Los 35 Mejores CDs de Metal Progresivo de la Historia

38 comentarios

Republicamos nuestra ambiciosa lista que pretende ilustrar lo más sobresaliente que ha resultado de esa extraña fusión entre un estilo de rock que se eleva sin límites hacia el cielo, y otro cuya pesadez tiende a arrastrarlo hacia el infierno: Los 35 Mejores CDs Metal Progresivo de la Historia.

Todo comenzó por definir el progresivo, algo que desde finales de los 60 viene evolucionando, como el estilo mismo que es una revolución en el rock. A ello sumamos la honestidad del metal, y así concluímos en una amplia antología de riffs, innovación, progresión, vituosismo, técnica, improvisación, experimentación, imprevistos, etc, muchas veces partiendo de la psicodelia y a veces, el jazz, que ya hemos visitado anteriormente.

Estamos seguros que éste compilado va a despertar mucha polémica, primero porque se tomaron en cuenta casi 100 discos de los que sólo presentaremos 35,, mismo que se prestó a serias discusiones de que producciones debían ser consideradas y por supuesto que otras quedarían fuera de manera dolorosa, pero sí, lo que que hay aquí es lo mejor de lo mejor, y todo según Search & Destroy.

Nuestra atención se centró en las bandas de hard rock y heavy metal que edificaron materiales en los que fundieran o predominara el progresivo, así que posiblemente encontrarán varias sorpresas.

Por Sergio Alvite (S.A.), Pablo Barrios (P.B.) y Juan Martinez (J.M.).

Iron Maiden – The Final Frontier

12 comentarios

Por Juanito el del Demo

Iron Maiden
The Final Frontier

Sony Legacy

Cada inicio de década, Iron Maiden ha lanzado un álbum que ha caracterizado el curso de la banda: en 1980 Iron Maiden auguraba un gran comienzo, en lo que fue la década más prolífica del grupo; en 1990 No Prayer for the Dying –con la salida de Adrian Smith–, presentaba a un Maiden en pleno declive artístico; en 2000 Brave New World –con el regreso de Bruce Dickinson y el mismo Smith– ostentaba el retorno de la agrupación en plena forma, para volver a ser un acto de primer nivel, de mano de su nuevo productor Kevin Shirley; en 2010 The Final Frontier ciertamente nos presenta a un Maiden diferente, pero la vez, muy reconocible.

Después de haber sido la agrupación más influyente de los ochenta, Maiden prácticamente desapareció tras Seventh Son of a Seventh Son; por ello, cada uno de sus lanzamientos en la década de los 00's ha sido recibido con escepticismo, a pesar de haber retomado el camino en el punto en el que se quedaron en 1988. Pese a todo, la doncella de hierro ha continuado evolucionando, cuando bien podrían haberse apegado a la misma fórmula –como han hecho tantas bandas–, o peor aún, tratar de volver su sonido más aceptable; parte de esta renovación se debe en buena medida a lo ejercitado por Adrian Smith durante su tiempo fuera del grupo, pues ha retomado su lugar como mancuerna importante para Steve Harris en la mayoría de las composiciones, con su estilo metódico y técnico. De esta manera, The Final Frontier se presenta como un álbum muy complejo y difícil de asimilar; lo primero que llama la atención es su duración: mientras las diez canciones de Killers pasaban los 38 minutos, las diez canciones de Final Frontier rebasan los 76 minutos –prácticamente el doble–, lo que lo convierte en su disco de estudio más largo; con ello se entiende que las canciones tienen un tratamiento muy distinto, lo que se siente especialmente en Isle of Avalon, tema de texturas más ambientales, o en Mother of Mercy, una composición progresiva de desarrollo muy extenso; a pesar de estos retoques, la banda retoma varios elementos clásicos de su estilo: la introductoria Satellite 15 es una poderosa muestra rítmica de la incansable batería de Nicko McBrain; El Dorado contiene el clásico galope en el bajo de Steve Harris; la fuerza y pasión con las que canta Bruce Dickinson en Coming Home nos remontan a la añeja Revelations; Starblind posee las sofisticadas alternancias en la afinación de las guitarras que caracterizan a Adrian Smith; en The Man Who Would Be King, Dave Murray hace gala de su ya famoso legato (técnica que consiste en la sucesión de varias notas ligadas, algo que Murray aprendió de Jimi Hendrix y que inmortalizó en temas como Phantom of the Opera y The Trooper). Líricamente, The Alchemist continúa el interés que reflejó Bruce por la alquimia en su álbum solista, The Chemical Wedding, y podemos ver reflejadas las clásicas preocupaciones existenciales de Harris en temas como When the Wild Wind Blows. En cuanto al aspecto visual, el arte nos ofrece un Eddie grotesco y ajeno, más próximo a las ilustraciones del trastornado suizo H. R. Geiger que a la creación original de Derek Riggs.

Por supuesto, muchos de los nuevos elementos sorprenderán a ciertos escuchas que ya se han formado una preconcepción de cómo debe sonar Maiden, y si bien es una placa que no será asimilada a la primera escucha (porque es un hecho que no lo será), puede dejar una gran satisfacción si se toma con calma y paciencia. En verdad, después de más de 30 años en la escena, resulta sorprendente que una banda de esa edad toque de esta manera; sin duda la nostálgica gira de Somewhere Back in Time los revitalizó a la hora de regresar al estudio. Adelante Maiden, por una nueva década; para qué desperdiciar el tiempo añorando los años idos, cuando se están viviendo los años dorados.

Nachtmystium – Addicts: Black Meddle Pt. II

1 comentario

Por Juanito el del Demo

Nachtmystium
Addicts: Black Meddle Pt. II

Century Media

En 2008, Nachtmystium causó revuelo con su lanzamiento Assassins: Black Meddle Part 1, una inusual fusión de estilos que, desde que era escuchada por primera vez, revelaba a una obra definitoria del black metal y más aún, del metal de un siglo que comenzaba; como el mismo subtítulo implicaba, era evidente que una segunda parte aparecería tarde o temprano, para bien o para mal. Por lo mismo, Addicts: Black Meddle Pt. II debe medirse de acuerdo a los estándares fijados por su predecesor, tratando de desafiar el conocido axioma de que las segundas partes nunca son buenas.

Assassins reveló las inquietudes de Blake Judd como seguidor de Pink Floyd, quien recreó libremente el legado musical sicodélico de los británicos emergidos de la escena sesentera, con instrumentación de antaño –órgano Moog, saxofón– y ambientes espaciales, además de cierto sentido del humor; Addicts también se remonta a aquella época, pero desde una perspectiva más cruda y depresiva, enfocándose no tanto en el aspecto musical, sino en la parte terrible e incómoda que representó la utilización de la heroína y su consecuente adicción, algo que se transmite desde el escalofriante diseño de la portada; por lo mismo, las composiciones son más brutales e inestables, y en consecuencia, más difíciles de digerir. La obra comienza con Cry for Help, que más que canción es una exclamación desesperada que reza: "N-O-T-H-I-N-G H-U-R-T-S M-O-R-E T-H-A-N B-E-I-N-G B-O-R-N" (nada es más doloroso que nacer), frase que nos introduce de lleno al tema de las drogas y que a la vez pudiera interpretarse como una alusión a la dificultad de la concepción artística; en cierto modo, el estilo de Nachtmystium suena más concreto, menos disperso y más pulido, pero el desparpajo de Assassins era precisamente lo que le daba ese encanto de transgresión espontánea. Por su parte, Judd declaró que para Addicts quiso involucrar elementos de post-rock e industrial, para seguir expandiendo las fronteras del metal extremo. A pesar de lo interesante de la premisa, este lanzamiento no suena tan variado auditivamente; ciertamente hay toques de influencias externas, aunque no necesariamente de rock industrial; si en realidad era esa la intención, el resultado es bastante fallido, acaso pueden encontrarse guitarras elementales de extracción ochentera en Nightfall y Then Fires, pero aún así carecen de juego, sin los inesperados contrastes que Assassins ofreció; por otro lado, este nuevo trabajo se aleja considerablemente de la psicodelia y el space rock, con lo que el término Black Meddle sale sobrando, pues hacía alusión a la fusión que se trabajó en Assassins (bautizado así tras el álbum Meddle de Floyd), y por ende se pierde la idea de una secuela auténtica.

En lo que sí avanzó el estilo de Nachtmystium a través de Addicts fue en la elaboración de coros melódicos, aspecto en el que destacan ampliamente No Funeral, Ruined Life Continuum y la titular Addicts, con su temática sobre las drogas y cuyo coro "All I want is more" nos remonta al debut fílmico del suizo Barbet Schroeder sobre los estragos de la heroína y nos lleva por otro (mal)viaje desencantado y decadente. Finalmente, Every Last Drop (ver video) sí conserva los tintes del Floyd que tiñieron Assassins, con su guitarra ambiental evocadora de Shine On You Crazy Diamond, la despedida al Syd Barrett ausente. Para la nueva alineación de estudio de la agrupación repiten Jeff Wilson en la guitarra y Sanford Parker en el sintetizador; en la batería se suma el enorme Jef 'Wrest' Whitehead, líder de su banda Leviathan y quien ha tocado con Judd en el súper grupo Twilight. Adicionalmente, Chris Black repite como productor y letrista.

Addicts pasará a la historia como un buen disco, quizás no como la obra maestra que es Assassins, sino como una muestra de la buena racha por la que atraviesa Nachtmystium como banda experimental, independientemente de los resultados obtenidos; tal vez la propensión de Judd por fusionar géneros sea un sincero intento por ampliar las posibilidades del metal extremo como corriente, o quizás sea meramente un interés comercial para llegar a un sector de público ajeno al metal, como sea, se agradece que haya músicos valientes que tomen el riesgo y generen música diferente. La esencia del black metal es ir contra lo establecido, aunque eso signifique ir en contra del mismo estilo.

Ozzy Osbourne – Scream

4 comentarios

Por Juanito el del Demo

Ozzy Osbourne
Scream

Epic

Considerado una leyenda en la comunidad metalera, criticado por algunos y amado por millones, Ozzy Osbourne sube un peldaño más de su larga y prolífica carrera y –hay que decirlo–, uno muy importante, con su producción 2010 titulada Scream.

Luego de una relación co-dependiente de dos décadas con Zakk Wylde, la influencia de éste en la música de Osbourne se hacía cada vez más evidente, por lo que el Príncipe de la Oscuridad consideró necesario hacer un cambio: el elegido fue Kostas Karamitroudis, mejor conocido como Gus G., guitarrista de la banda griega Firewind; dado el historial de Ozzy con sus anteriores guitarristas, podría pensarse que se trataría tan sólo de un virtuoso más en la lista; sin embargo, el helénico realmente vino a traer un fresco aire de renovación a la discografía del británico. Basta escuchar Let it Die –la obertura del álbum–, para descubrir durante sus seis intensos minutos el testimonio decisivo de por qué cambió a un guitarrista por otro. En cierta manera, es cierto que quien manda ahí es Sharon… perdón, Ozzy, y los otros músicos –por muy buenos que sean– sirven solamente de apoyo; pero en este caso, Gus G. realmente le ha inyectado vitalidad al veterano músico, quien canta de una manera en la que hacía mucho tiempo no se le escuchaba. Tal vez no se le entienda nada cuando habla, pero a la hora de pararse frente a un micrófono o una audiencia, su cuerpo se fortalece y su voz se carga de pasión, y a lo largo de Scream, su timbre vocal encaja a la perfección con el estilo de la guitarra de Gus G.. El resto de esta nueva alineación la componen Blasko en el bajo, Tommy Clufetos en la batería (ambos ex-Rob Zombie) y Adam Wakeman –con su apellido de abolengo–, en los teclados.

Dentro de tanto guitarrazo vertiginoso, resulta notable Soul Sucker con su cadencia lenta, evocadora del doom de Black Sabbath, sin duda unos de los platillos fuertes del menú; soul sucker podría traducirse como "el chupa almas", lo que nos hace pensar en un viejo vampiro que se alimenta de la energía de los demás para mantenerse vivo. Diggin' Me Down y I Want More llaman la atención con su estructura progresiva, al clásico estilo de Diary of a Madman o Killer of Giants, mientras Time representa la infaltable balada. Como ha sucedido en varios de los temas de Ozzy, muchos de sus títulos y letras son auto referencias a su carrera, su persona y sus actuaciones sobre el escenario, dando esa impresión de cercanía, de estar platicando con el escucha en persona acerca de su trayectoria… pero más que a viejito sentimental, suena al abuelo divertido que sabe entretener con sus grandes experiencias. Por ello no es de extrañar que las canciones lleven nombres como Life Won't Wait, Time o I Want More cuando recapitula el camino recorrido y Let Me Hear You Scream o I Love You All cuando se dirige a su público.

Finalmente, en una comparación obligada entre The Devil You Know de Heaven & Hell y Scream, la obra de Osbourne destaca por haber logrado desempantanarse de un estilo arraigado y bien conocido por todos, para expandir sus fronteras. No es que se trate realmente de una nueva propuesta estilística, pero tampoco se le puede exigir tal cosa a quien en su momento consumó la mayor propuesta musical de la historia, junto a Iommi, Butler y Ward. Sin duda, Scream sorprenderá a bastantes escépticos que piensan que Ozzy está acabado, y halagará a quienes han seguido de cerca su carrera. Larga vida a los rockeros de su especie.

High On Fire – Snakes For The Divine

1 comentario

Por Juanito el del Demo

High On Fire
Snakes For The Divine

Koch Records

High On Fire es el trío actual de Matt Pike, californiano que se dio a conocer con su anterior grupo Sleep; no obstante, High On Fire ha ido varios pasos adelante, llevando el stoner/doom de su banda madre hacia terrenos más densos y peligrosos, que se han revelado desde su gran debut The Art of Self Defense hasta el alabado Death Is This Communion.

El lanzamiento 2010 de la agrupación en cuestión, titulado Snakes For The Divine no es más ni es menos que sus predecesores, es un álbum poderoso y dinámico, reflejo de la gran experiencia adquirida por Pike como músico; sus canciones siempre están en movimiento continuo, pero sin divagar, llevando al escucha por un conciso y emocionante camino de flamas, abundante en reptiles venenosos, engendros infrahumanos, guerreros legendarios y espectros atormentadores, que pasa de fangosas piezas de ambiente doom como Bastard Samurai, a agresivas bofetadas thrasheras como Ghost Neck. Por supuesto, como en cualquier agrupación liderada por un guitarrista virtuoso, los riffs incansables están a la orden del día –aspecto en el que destacan en especial los acordes del tema titular–, y los solos de guitarra heroicos no se echan de menos, entre los cuales los de Frost Hammer y Fire, Flood and Plague dejan un gran sabor de boca. De resaltar también es How Dark We Pray, con su peculiar cadencia y guitarra melódica, de estructura simple, pero evocadora de la expresión más pura del metal tradicional.

A Pike lo acompañan Des Kense, –baterista presente desde el comienzo de High On Fire, y que sorprende por su interpretación en Ghost Neck– y Jeff Matz, bajista que repite luego de su aparición en Death Is This Communion. La producción corrió a cargo de Greg Fidelman, co-productor de World Painted Blood (Slayer) e ingeniero de Death Magnetic (Metallica). Quizá Snakes For The Divine no aporte ninguna novedad al amplio espectro del metal como género, pero su fuerza y energía lo llevarán constante e involuntariamente a los estéreos y reproductores de quienes lo adquieran. Un grupo que, desde que uno conoce, incita a escuchar más de ellos.

Nevermore – The Obsidian Conspiracy

3 comentarios

Por Juanito el del Demo

Nevermore
The Obsidian Conspiracy

Century Media

Después de cinco largos años, finalmente aparece The Obsidian Conspiracy, el séptimo larga duración de Nevermore; durante este receso, Jeff Loomis y Warrel Dane se dieron tiempo en 2008 para editar álbumes solistas (Zero Order Phase y Praises to the War Machine, respectivamente), y así regresar con las baterías recargadas. O, por lo menos, esa era la idea.

Editado en 2005, This Godless Endeavor –el predecesor de The Obsidian Conspiracy– logró trascender como uno de los mejores álbumes de los albores del siglo XXI, gracias a la suma de varios elementos: pasajes instrumentales extensos y bien logrados, la importante colaboración en el proceso de composición por parte de los miembros Jim Sheppard y Steve Smyth –este último además representó un apoyo clave para Loomis en el trabajo de guitarras–; todo esto amarrado por la gran producción de Andy Sneap (Masterplan, Kreator, Megadeth); en The Obsidian Conspiracy, todas estas cualidades han desaparecido: para empezar, los diez temas son de la autoría Loomis/Dane, que si bien constituyen la fuerza motriz del grupo, parecen haberse estancado en una fórmula; es cierto, los grandes riffs, los coros memorables, los ataques incisivos de Dane contra la política, su peculiar mezcla de thrash, power y metal tradicional, todo está ahí, pero el asunto ya se siente más rutinario, no hay sorpresas; lo mejor llega hasta el final con She Comes in Colors y The Obsidian Conspiracy, por mucho los tracks más elaborados. Finalmente, la producción de Peter Wichers –quien llegó por recomendación de Dane– no estuvo a la altura de las características del grupo; si bien acaba de producir The Panic Broadcast para su propia banda Soilwork y el ya mencionado Praises to the War Machine, aún le falta la visión de Sneap. Según declaraciones del mismo Loomis, mientras Sneap le permitía completa libertad creativa, Wichers quiso involucrarse de lleno en la composición y cuando escuchó las estructuras de 7 a 8 minutos que realizó Loomis, le "sugirió" que las recortaran un poco, que les quitara la grasa para hacerlas más concisas y, consecuentemente, más pegajosas. Tal vez a ellos les pareció una gran idea, pero precisamente esos "sobrantes" son los que hicieron grandes varias piezas de su catálogo y los que les ganaron la clasificación de metal progresivo; ahora, como escucha uno tiene la sensación insatisfecha de que cuando los temas parecen comenzar a encenderse, terminan súbitamente. En la cuestión anímica, el disco está invadido de un sentimiento de odio (la palabra "hate" aparece en varios de los temas, además de la furia implícita de la portada), reflejo de la frustración de Dane por no haber podido cambiar todavía a un mundo alejado de la mano de Dios; traiciones, decepciones y conspiraciones abundan en los temas de un álbum que puede a su vez estar traicionando el estilo de la banda.

Como siempre sucede, habrá seguidores incondicionales que reciban esta producción con buena cara, y no les faltará razón, pues funciona a cierto nivel y aprueba con calificaciones suficientes, pero los escuchas más exigentes fruncirán el ceño con una sensación de insatisfacción.

Borknagar – Universal

2 comentarios

Por Juanito el del Demo

Borknagar
Universal

Indie Recordings

Borknagar es una de las bandas de linaje más fino en la industria metalera, pero sobre todo, una de las fuerzas seminales de la escena de black metal noruega actual, basta mencionar que por sus filas han pasado músicos como Ivar Bjørnson, guitarrista de Enslaved, I.C.S. Vortex, ex-bajista de Dimmu Borgir o Asgeir Mickelson, baterista de Ihsahn; por lo mismo, podría argumentarse que Borknagar mantiene una semejanza demasiado cercana con el estilo de sus paisanos, lo cual no está alejado de la verdad: desplantes progresivos, cambios de ritmo y coros melódicos lo demuestran. No obstante, la agrupación formada por Oystein G. Brun mantiene su propia personalidad, y su octavo lanzamiento de estudio, Universal, es una sólida prueba de ello.

A pesar de que el talento que ha circulado por Borknagar ha sido de primer nivel, la banda nunca ha podido mantener una alineación estable entre un álbum y otro, siendo Brun el único constante; sin embargo, el veterano guitarrista se las ha arreglado para incluir en sus filas a algunos músicos que han dejado su sello impreso en la música del grupo, como la contundente voz del sueco Vintersorg —quien se uniera a al grupo para Empiricism, de 2001— y el peculiar estilo del tecladista Lars A. Nedland, quien desde Quintessence, de 2000, ha expandido el sonido de los noruegos con piano, sintetizadores y especialmente su órgano Hammond, que aporta un nostálgico ambiente setentero, evocador de grandes maestros como Jon Lord, Keith Emerson o Rick Wright. Este sonido "orgánico" tiene una doble connotación al leer las letras de Universal, impregnadas de una alta conciencia ecológica, que comienzan la obra declarando que "La naturaleza recuperará su terreno", y terminan con la última puesta de sol que verá el hombre, en una demostración del gran respeto que Brun y sus compañeros sienten por un entorno al que la raza humana está destrozando, pero que eventualmente nos quitará de en medio de forma violenta y devastadora (Havoc); aquí es donde el espíritu apocalíptico y destructivo del black metal genuino se hace presente, pero de una manera distinta, más consciente y más real que las temáticas diabólicas, y por lo mismo, más estremecedora.

Prácticamente, el black metal se ha convertido en un género por sí mismo, y la diversidad de bandas que existen ya no suenan a lo mismo, como sucedía hace veinte años; si bien el escucha promedio ya no sabe qué esperar, ni si en el futuro se escucharán fusiones con marimba y güiro —si no es que ya existen—, lo cierto es que hoy en día las bandas que defienden esta bandera están logrando darle mayor credibilidad y difusión a un estilo que fue tremendamente condenado en sus inicios y que hoy vive un gran momento, aunque, como todo, nunca faltarán oportunistas que se cuelguen la etiqueta porque está de moda —a ellos sí se los llevará el diablo—. Pero mientras existan bandas como Borknagar, que expresen musicalmente una filosofía inteligente y lúcida, el negro universo seguirá girando.
 

Ihsahn – After

1 comentario

Por Juanito el del Demo

Ihsahn
After

Candlelight Records

Tras su salida de Emperor, Ihsahn ha conjuntado una ilustre tercia de "Ases": Adversary, AngL y After, siendo este último el que nos ocupa en 2010; en esencia, se trata de una obra con el sello del gran músico noruego, con base firme en el tradicional black metal que lo ha acompañado en su carrera, más los clásicos elementos que aderezan sus piezas, como arreglos sinfónicos, instrumentos acústicos, voces limpias y estructuras complejas; sin embargo, After tiene su propia identidad, lograda gracias a la inquietud del músico por explorar nuevos territorios.

Como ya es costumbre, Ihsahn es el hombre orquesta que hace todo en su álbum, no obstante, sigue apoyándose en la batería de Asgeir Mickelson (ex-Borknagar) y el bajo de Lars Koppang Norberg (ex-Spiral Architect). Sin embargo, el elemento sorpresa que se suma a esta tercera obra es el saxofón, un instrumento poco usado en el metal (como más recientes referencias tenemos a Nachtmystium y Yakuza), pero que en After cobra una relevancia asombrosa y, por demás, agradable, llevado en algunos temas al nivel de protagonista, incluso por encima de las guitarras. El responsable de tocar este peculiar instrumento es Jørgen Munkeby, de la banda experimental noruega Shining (no la banda sueca de black metal), quien logra llevar al escucha del desenfrenado delirio de A Grave Inversed hasta la sofisticada melodía de On the Shores, pasando por los acordes ambientales de Heaven's Black Sea, con gran soltura. En general, el sax proporciona una luminosidad similar a la de la extraña portada blanca del álbum, aunque aún permanezca envuelta por una distintiva funda negra.

Otro aspecto a resaltar son los títulos de las canciones de After, que nos describen la geografía del mundo personal de Ihsahn: las tierras yermas, los lagos congelados de Marte o el mar negro del Cielo, simbolizan de manera lírica los terrenos que este músico se ha empeñado en explorar, sin perder por ello el contacto con suelo firme; para terminar, independientemente de la sólida consistencia de After como obra integral, debe destacarse la inclusión de Undercurrent, no sólo la mejor pieza del álbum, sino por mucho, una de las mejores canciones del año en la industria discográfica. Sus diez minutos constituyen en sí mismos una obra por todo derecho, con tintes progresivos, la incursión de un saxofón magistral y riffs de guitarra memorables. Felicidades y gracias a Ihsahn. Que Satán lo tenga en su gloria.

Los 50 Mejores Discos de los Últimos 10 Años

68 comentarios

Tras una década de heavy metal y varios nacimientos de estilos que hoy mantienen su evolución, nos corresponde hacer una retrospectiva de lo que nos dejaron diez largos años que vieron llegar agrupaciones que ya no existen pero que registraron su huella; unas más que se mantuvieron y se encuentran ahora en la cúspide; y algunas que prosiguieron con un legado sintetizado tiempo atrás.

Search & Destroy elige Los 50 Mejores Discos de los Últimos 10 Años, de un total de 150 que nominamos al principio, llegando así a los sobresalientes de una manera objetiva y analítica, explorando todos los géneros, desde el hard rock hasta el black metal en todAs sus distintas progresiones.

Cada una de de nuestras elecciones fue descrita y recordada por nuestro equipo: Sergio Alvite (S.A.), Editor en Jefe de S&D; Antonio "Antonymous" Ayala (A.A.), adentrado Colaborador y especialista en oscuros estilos del heavy; Pablo Barrios (P.B.), ex-Editor de El Desvío; Juan Martínez (J.M.), Locutor de Ibero909 y Nano FM; y por nuestro más nuevo elemento y escritor incansable, Javier "Show" Villalpando (J.S.).

Demos paso al enfrentamiento de 50 obras magnánimas que inauguraron el nuevo milenio.