Por Antonymous Ayala
Rotting Christ
Aealo
Season Of Mist
Grecia tiene historia. Rotting Christ, su máximo exponente de música extrema, también. La banda lidereada por Sakis Tolis edita su décimo larga duración titulado Aealo, luego de 20 años en la escena mundial y eso, como el pasado de su país natal, conlleva un gran peso y una gran responsabilidad.
Es indiscutible que las bandas deben dictarse a sí mismas sus propias exigencias, no basarse en la opinión pública, las críticas, modas o imposiciones de las compañías para dirigir el enfoque de un disco. ¿Cómo saber lo que sucedió con Rotting Christ? Su historia muestra una evolución que se origina desde lo más radical del grindcore, pasando por el black metal y puliéndose hasta el gótico y ahora, tal vez folk.
La canción que abre el LP, lleva el mismo título de la obra, inicia con los coros despiadados a cargo de Pliades y el característico rasgueo de las guitarras, puntual y donde predominan los piquetes agudos, agresividad que se extiende en Eon Aeanaos junto con Thou Art Lord, que continúan el ritmo acelerado y más heavy del álbum, siguiendo la contundente batería, incorporando instrumentos de viento que contrastan con el riff sesgado de la rola, voces de tonos casi limpios, con mayor distancia del black metal, y que se desdoblan en solos melódicos sorprendentes.
Otra de las piezas destacables es Santa Muerte, con un ambiente diabólico y desafiante, que a pesar de los coros ritualistas que acompañan su desarrollo, es una salvajada en cuanto a ritmo incansable.
Demonon Vrosis, Noctis Era, y Pir Threontai, esta última con los coros de Alan A. Nemtheanga, vocalista de Primordial, son las composiciones más versátiles, de complejas estructuras unidas genialmente, una conjugación de coros casi litúrgicos, pasajes lentos y secciones machacantes con solos inteligentes, producto de la experiencia acumulada desde 1987.
En esta nueva propuesta, claramente demuestran tendencia tribales y étnicas como en Dub-Sag-Ta-Ke, canción estruendosa pero que se confunde con las intervenciones corales, como brotan en Fire, Death and Fear y Nekron Iahes perdiendo toda compostura; incluso la participación de Diamanda Galás en Orders From The Dead, que se asemeja a la plegaria de una bruja en medio de un conjuro ritual, se vuelven prácticamente rezos con algunos samples de metal. Su presencia en este álbum vino para mal a contrarrestar la excelencia de los temas que supieron continuar y evolucionar lo que se había estado haciendo en Sanctus Diavolos (2004) y Theogonia (2007).
En Aealo, se comete el pecado de saturar el disco con coros, impregnando un ambiente ceremonial excesivo que termina agotando este recurso. Otro aspecto desfavorable en el conjunto, es la batería de Themis Tolis, carente de creatividad y que se limita a un acompañamiento simple, aderezado con ritmos incesantes de doble bombo que igualmente utiliza en abuso, pero sin variedad, empobreciendo cada pieza; sin embargo, en los riffs y las voces prevalece un tono agresivo, oscuro y apetecible; ahora bien, el grado de putrefacción en el cristo griego, será de acuerdo a la sensación de quien lo escuche
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