Por Javier "Show" Villalpando
Watain
Lawless Darkness
Season Of Mist
Debo admitir que Watain es mi banda favorita de black metal, por lo que reseñar sobre ellos y sobre su último material, Lawless Darkness, es como hacerle un carta de recomendación a un amigo, debes ser objetivo siempre, pero con un dejo de cariño especial. Con esto como introducción paso a dar mi objetivo veredicto.
Después de un triunfal álbum como Sworn To The Dark de 2007, un disco que fue altamente recibido, regresa Watain reclamando no sólo su retorno, si no el renacimiento del black en sí, una osadía publicitaria que antecedió al lanzamiento de Lawless Darkness. La osadía de cual se valen para antelar un gran lanzamiento es lo que me resulta realmente interesante, Watain más que una banda es un movimiento, es un ejército, y es todo un gran concepto; por lo cuál al hablar de su cuarto material, tendríamos que verlo más como una experiencia y una declaración que como un álbum per se.
Dentro de todo lo controversial que el black metalpuede llegar a ser, lo cuestionable y lleno de clichés; hay un gran sentido holístico de la artisticidad, de la verdadera expresión estética en todas sus extensiones posibles, todo un pilar filosófico que da cimiento a dicha expresión, y la música se convierte meramente en un canal más para vaciar todas las creencias, rituales y experiencias de una banda. Y creo certeramente que Watain son los más grandes ejecutores de tal hecho.
Como vimos en la entrevista hecha en Search & Destroy, Lawless Darkness constituye un concepto de la oscuridad como una metáfora que se antepone a las restricciones de la luz, que permite la ausencia de definición y de leyes que la claridad tiene por naturaleza; pero también habla de la oscuridad espiritual como la morada de los dioses a los cuales adoran, y en donde ellos encuentran el mejor medio de expresión.
Por lo tanto, Lawless Darkness, se plantea como un disco fuera de lo convencional y donde el black encuentra un verdadero renacimiento. ¿Lo es realmente? Creo que no, y lo digo basado en que es un gran álbum, pero es más experimental, melódico y basado en el metal clásico, que cualquier disco de black metal. Las estructuras de las canciones son muy clásicas, pero con la potencia y putrefacción necesaria para etiquetarla como black.
El primer gran momento del disco, en mi opinión, llega con Reaping Death, un acelerado inicio que da entrada a gritos de guerra y revolución, en donde las capacidades técnicas y de ejecución de la banda se ven más completas y mejor logradas, lo cual les permite ser más creativos y no sólo mejores músicos, sino mejores comunicadores de su propuesta. Four Thrones y Wolve’s Curse constituyen otro ataque frontal en donde a pesar de sonar a canciones de black clásico, se separan un poco del sentimiento de claustrofobia, y permiten la entrada de riffs muy memorables y melodía pegajosa, en donde el mensaje se hace aún más perceptible.
El tema que da título al álbum, es un corte distinto, es instrumental, lo cual me parece una maravilla, es una composición admirable en donde se atan perfectamente los conceptos que hablan sobre la luz y sus restricciones, acá la ausencia de letra, la carencia de la “canción” en sí, es la que los dista de esas leyes e impedimentos naturales que el metal en sí plantea. Total Funeral es el track característico de Watain en donde el Black N’ Roll se hace presente, con un ritmo digno de Motörhead, y con densas atmósferas creadas por la voz de Eric Danielsson y un trepidante sentimiento de poder que acelera el pulso de las venas.
Sin embargo, la que más me llama la atención y que me resulta la mejor del álbum, es la canción de cierre, Waters Of Ain, un Opus tremendo en donde Watain se sale de sus mismas limitaciones y experimenta más con la emoción y dejan de lado la misantropía. Es sin duda la composición más personal de los suecos donde expresan verdadero amor a sus dioses, donde con un cálido abrazo reciben a la oscuridad. El tema dura 14 minutos, y cuenta con distintos cambios de ritmo, melodías muy clásicas como de Beyond The Realms Of Death de Judas Priest, y en donde existe más de un clímax. También cuenta en una parte crucial con un invitado, Carl McCoy de la banda de dark-new wave Fields of the Nephilim; donde además de ser un mero invitado, se convierte en la voz de alguien que ya no se encuentra en el mundo, es como un reflejo de lo que Danielsson dejó de piel y sudor en la canción, y así después dar paso a un cierre monumental muy al modo Fade To Black de Metallica, gestando el mejor solo del disco, y un cierre que resulta emotivo y lleno de una energía muy distinta
El álbum es sin duda un gran paso para la banda, seguro no llenarán estadios después de esto, pero sí están dejando una huella importante en la escena, y lo más destacable de todo, me parece el manejo del concepto holístico de las creencias, de la filosofía y de cómo el cuerpo humano es sólo un contenedor de conceptos más grandes que nosotros mismos y la música se convierte en el canal ideal, junto con toda una parafernalia atmosférica, para expresar eso que es más grande que nosotros.