Por Antonymous Ayala
Cathedral
The Guessing Game
Nuclear Blast
El infierno muestra otro rostro, no el acostumbrado por blasfemias y conjuros, ahora tiene una máscara gitana, surrealista, casi onírica, es más, la entrada a esta dimensión no es de una caverna incendiándose, sino tiene forma de una semiabierta carpa de circo, donde el presentador está caracterizado por Lee Dorrian, ese genio de la composición retro llamada Cathedral, la infestada por los años 70, casi hippie, pero sin la decadencia ni la fijación por el amor compartido.
La invitación luego de cinco años en el silencio, es para entrar a los aposentos del demonio, quien reposa entre los humos que despide el incienso de cannabis, así de extravagante resulta la experiencia auditiva en The Guessing Game.
El inicio corresponde a Immaculate Misconception, una breve introducción casi alucinógena, con esa distorsión que padece carraspera, pero inundada de un teclado sicodélico, es la tercera llamada para la función dividida en dos actos. Enlazado con el llanto de un infante para Funeral Dreams, otro episodio del doom/metal que caracteriza a la banda inglesa, con la participación de Alison O'Donnell (Mellow Candle) de la banda irlandesa de rock folk irlandesa en los 70, y así el metal se desdobla en este tan esperado regreso: festivo, relajado y a la vez punzante.
Una conjunción perfecta de los músicos fielmente reproducida en el estudio, con una grabación que permite distinguir con fidelidad cada instrumento, destacando el trabajo del bajista Leo Smee, en dueto simbiótico con la batería de Brian Dixon. No en vano han transcurrido 20 años de su inicio, lo que se traduce en la manera de componer que tiene Dorrian con su mancuerna Gary "Gaz" Jennings. Letras que advierten inconformidad contra la sociedad y los dogmas que intentan sostener este mundo en decadencia, como en Death of an Antichrist.
La pieza homónima es un interludio instrumental y acústico, dando paso a Edwige's Eyes y Cats, Incense, Candles & Wine, con esa porción de doom magistral y grave.
El segundo acto del show, abre con la instrumental One Dimensional People, destacando el intro de la batería con severas muestras de la influencia stoner, como en la genial The Casket Chasers, representación fiel de la discografía que precede a los británicos. Luego toca el turno a La Noche del Buque Maldito (a.k.a. Ghost Ship of the Blind Dead), paranóica y ambiental como los clásicos cortes sabáticos, pero que distingue la inclusión de una faceta progresiva al estructurar la canción sin perder el toque psicodélico, dosis que se repite en The Running Man.
El aparente humor del sampler al inicio de Requiem for the Voiceless, en realidad es por la lírica basada los derechos de los animales y su grito de libertad, tema no común para esta rama del metal.
La conclusión de estás 13 piezas, corresponde a Journeys into Jade, con sus más de diez minutos de duración, para que Lee Dorrian y su compañía recuerdan los veinte años de que su Cathedral se erigiera en las inmediaciones de Europa, a través de un repaso por su discografía.
Como ha sucedido con otras bandas que se reúnen para el Wacken Open Air, la presentación de Cathedral en la edición del festival germano el año pasado, tuvo sus frutos. La banda ha entregado el álbum doble The Guessing Game, un paseo irracional y espontáneo con uno de los actos más únicos e inquietantes que el metal ofrece. Lo que pudiera confundirse con una gama de estilos musicales y temas líricos, se unifica como una vértebra que sostiene la propia historia de Cathedral y su capítulo más reciente. Un espectáculo sonoro e imaginativo complementado con instrumentos exóticos, imposible de perderse.


Muchas personas estaban con bastante escepticismo luego de escuchar unos avances del nuevo álbum de
Totalmente alejados de sus más altos clásicos, To The Metal tan solo es un disco más como lo fue Sigh No More, sin superar altas expectativas para los más acérrimos a este género donde cada vez se busca más virtuosismo y buenos tracks que suenen frescos y con ideas contundentes.
Con un par de EP’s conocidos como First y Second, y un par de álbumes titulados Red Album y Blue Record, uno podría pensar que la creatividad de
Las letras, como es de esperarse, hablan de reyes, caballos y espadas, en un tono épico similar al de los nativos de Austin, Texas, The Sword, pero aunque el espíritu del disco sea homogéneo, no sigue en realidad una línea conceptual. Si las cosas siguen su curso, probablemente la próxima producción de Baroness se titule Green Work, pero independientemente del título, el verdadero reto consistirá en que logren mantener el nivel mostrado hasta ahora.

A lo largo de los años el término “supergrupo” se ha ido deformando. Quizá quien puede presumir de esa “patente” es Led Zeppelin, cada uno de sus integrantes era un genio; de ahí en adelante se fueron creando poco a poco éstas bandas de índole de “ensueño” como Blind Faith, y más al pasar del tiempo conjuntos como The Firm, Asia, Contraband, Temple Of The Dog, etc. Cada una de ellas con ventajas y sus contras; pero lo más relevante de esa etiqueta es que su tiempo de vida es muy corto y cuando no lo es, resulta extraordinario. Quienes en pleno siglo XXI nacen con la idea de contrarrestar ese estereotipo y con la mente abierta a ser un combinado normal con experiencia relevante en agrupaciones como Amorphis, Moonsorrow o Swallow The Sun es
El aporte de Kasper Mårtenson, tecladista, es esencial. Su sello es el que los lleva más allá de los grupos de mismas características; al igual que él, el bajista ex-miembro de Amorphis, Olli-Pekka Laine, son fundamentales en la creación del redondo que a la par de distintas contribuciones del baterista Marko Tarvonen o el frontman Mikko Kotamäki de interpretaciones limpias y guturales, complementan un trabajo perfecto reflejado en Cold Earth Chamber, la de corte en pugna.
Scenes from Hell es el octavo disco de estudio de
Aunque en realidad no guardan ninguna semejanza con otros de sus paisanos, vale la pena considerar el acercamiento tan poco ortodoxo que los músicos asiáticos tienen respecto a cualquier forma artística, pues si bien en la cuestión del rock han asimilado el espíritu occidental (siendo, en específico el black metal, un estilo netamente europeo) lo han re-elaborado y adaptado a su manera.

En esta nueva propuesta, claramente demuestran tendencia tribales y étnicas como en Dub-Sag-Ta-Ke, canción estruendosa pero que se confunde con las intervenciones corales, como brotan en Fire, Death and Fear y Nekron Iahes perdiendo toda compostura; incluso la participación de Diamanda Galás en Orders From The Dead, que se asemeja a la plegaria de una bruja en medio de un conjuro ritual, se vuelven prácticamente rezos con algunos samples de metal. Su presencia en este álbum vino para mal a contrarrestar la excelencia de los temas que supieron continuar y evolucionar lo que se había estado haciendo en Sanctus Diavolos (2004) y Theogonia (2007).

Los autodenominados exponentes del “suicidal-black-metal” presentaron el año pasado el sexto capítulo de su historia titulado VI-Klagopsalmer, cuya traducción puede interpretarse como los “himnos de lamentos”. El material fue producido por el responsable de los álbumes anteriores de
El cierre del álbum viene con Total Utfrysning, o la total desolación, una kilométrica pieza de más de 15 minutos, Kvarfort deja arrastrar su voz fúnebre, conduciendo el cortejo de sus acompañantes a través de una duración nunca antes hecha, compuesta por pasajes ambientales hasta la mitad del corte, donde resurge con un solo dramático, junto con las vocales suicidas que extienden los lamentos, para luego cerrar con los acordes de un piano solitario.
Matar o morir, eso sería en pocas palabras lo que
En general sobresale toda la producción gracias a la entrega de la banda donde se aprecia que aman lo que hacen, Industrial Discipline, Fear Campaign. Christploitation, te rompe la cabeza a puro machaque, riff, sample y gritos en una conjunción sonora. En Controlled Demolition se nota la influencia que tiene Byron Stroud y Gene Hoglan en la formación inédita donde se percibe un sonido al más estilo de Strapping Young Lad en ciertas partes; en Metallic Division se da la introducción a Final Exit que cierra como tiene que ser, la canción melódica de todo el LP, llena de carga emotiva como fue Resurrection en Obsolote donde hay pasión, corazón y emoción.
Una demoledora prueba de que el black metal no está agotado. Desde Alemania el joven dueto
Á la nuite tombante (tr. francés – al caer la noche), una suculenta pieza instrumental del diálogo entre guitarras acústicas con fondo ambiental melancólico. De ese tamaño están los cojones de la banda que sin temor alguno, incluyen esa composición justo en medio del disco. Imperium Dekadenz se da el lujo en The Descent into Hades para dejar la intervención de una fémina acompañada de un teclado y ligeras percusiones que te conduce a un viaje ancestral, plácido y tétrico a la vez.
Unos alaridos espeluznantes abren la última grabación de los noruegos
El black metal siempre ha estado impregnado de polémica y este álbum no será la excepción, los detractores seguramente se rasgarán las vestiduras exigiendo la velocidad de antaño y la defenestración del estúpido título “true-norwegian-black-metal”, mientras que los escépticos o liberales intentarán descifrar el significado de este álbum. Me atrevo a opinar que no se puede pecar de conservador con la banda, es un hecho que al menos Maggot Fetus… Teeth Like Thorns rescata el sentimiento de pandillerismo y black metal crudo que los caracteriza; sin embargo, basándose en el título literal del disco, las revelaciones de la flama negra implica precisamente eso: una manifestación de una verdad secreta u oculta, luego entonces, lo que 1349 presenta en su álbum es black metal, no hay duda, pero infestado por un sentimiento drone, que por momentos se escucha monótono, con acordes sostenidos que generan una atmósfera somnolienta. Es posible creer que en Revelations of the Black Flame los noruegos se encuentran poseídos por el demonio de bandas como Earth, Sunn O))) o Boris. Un álbum endiablado solo apto para zombies de mente abierta, adictos al género del entumecimiento.