Home

Noticias

Iron Maiden – The Final Frontier

12 comentarios

Por Juanito el del Demo

Iron Maiden
The Final Frontier

Sony Legacy

Cada inicio de década, Iron Maiden ha lanzado un álbum que ha caracterizado el curso de la banda: en 1980 Iron Maiden auguraba un gran comienzo, en lo que fue la década más prolífica del grupo; en 1990 No Prayer for the Dying –con la salida de Adrian Smith–, presentaba a un Maiden en pleno declive artístico; en 2000 Brave New World –con el regreso de Bruce Dickinson y el mismo Smith– ostentaba el retorno de la agrupación en plena forma, para volver a ser un acto de primer nivel, de mano de su nuevo productor Kevin Shirley; en 2010 The Final Frontier ciertamente nos presenta a un Maiden diferente, pero la vez, muy reconocible.

Después de haber sido la agrupación más influyente de los ochenta, Maiden prácticamente desapareció tras Seventh Son of a Seventh Son; por ello, cada uno de sus lanzamientos en la década de los 00's ha sido recibido con escepticismo, a pesar de haber retomado el camino en el punto en el que se quedaron en 1988. Pese a todo, la doncella de hierro ha continuado evolucionando, cuando bien podrían haberse apegado a la misma fórmula –como han hecho tantas bandas–, o peor aún, tratar de volver su sonido más aceptable; parte de esta renovación se debe en buena medida a lo ejercitado por Adrian Smith durante su tiempo fuera del grupo, pues ha retomado su lugar como mancuerna importante para Steve Harris en la mayoría de las composiciones, con su estilo metódico y técnico. De esta manera, The Final Frontier se presenta como un álbum muy complejo y difícil de asimilar; lo primero que llama la atención es su duración: mientras las diez canciones de Killers pasaban los 38 minutos, las diez canciones de Final Frontier rebasan los 76 minutos –prácticamente el doble–, lo que lo convierte en su disco de estudio más largo; con ello se entiende que las canciones tienen un tratamiento muy distinto, lo que se siente especialmente en Isle of Avalon, tema de texturas más ambientales, o en Mother of Mercy, una composición progresiva de desarrollo muy extenso; a pesar de estos retoques, la banda retoma varios elementos clásicos de su estilo: la introductoria Satellite 15 es una poderosa muestra rítmica de la incansable batería de Nicko McBrain; El Dorado contiene el clásico galope en el bajo de Steve Harris; la fuerza y pasión con las que canta Bruce Dickinson en Coming Home nos remontan a la añeja Revelations; Starblind posee las sofisticadas alternancias en la afinación de las guitarras que caracterizan a Adrian Smith; en The Man Who Would Be King, Dave Murray hace gala de su ya famoso legato (técnica que consiste en la sucesión de varias notas ligadas, algo que Murray aprendió de Jimi Hendrix y que inmortalizó en temas como Phantom of the Opera y The Trooper). Líricamente, The Alchemist continúa el interés que reflejó Bruce por la alquimia en su álbum solista, The Chemical Wedding, y podemos ver reflejadas las clásicas preocupaciones existenciales de Harris en temas como When the Wild Wind Blows. En cuanto al aspecto visual, el arte nos ofrece un Eddie grotesco y ajeno, más próximo a las ilustraciones del trastornado suizo H. R. Geiger que a la creación original de Derek Riggs.

Por supuesto, muchos de los nuevos elementos sorprenderán a ciertos escuchas que ya se han formado una preconcepción de cómo debe sonar Maiden, y si bien es una placa que no será asimilada a la primera escucha (porque es un hecho que no lo será), puede dejar una gran satisfacción si se toma con calma y paciencia. En verdad, después de más de 30 años en la escena, resulta sorprendente que una banda de esa edad toque de esta manera; sin duda la nostálgica gira de Somewhere Back in Time los revitalizó a la hora de regresar al estudio. Adelante Maiden, por una nueva década; para qué desperdiciar el tiempo añorando los años idos, cuando se están viviendo los años dorados.

Nachtmystium – Addicts: Black Meddle Pt. II

1 comentario

Por Juanito el del Demo

Nachtmystium
Addicts: Black Meddle Pt. II

Century Media

En 2008, Nachtmystium causó revuelo con su lanzamiento Assassins: Black Meddle Part 1, una inusual fusión de estilos que, desde que era escuchada por primera vez, revelaba a una obra definitoria del black metal y más aún, del metal de un siglo que comenzaba; como el mismo subtítulo implicaba, era evidente que una segunda parte aparecería tarde o temprano, para bien o para mal. Por lo mismo, Addicts: Black Meddle Pt. II debe medirse de acuerdo a los estándares fijados por su predecesor, tratando de desafiar el conocido axioma de que las segundas partes nunca son buenas.

Assassins reveló las inquietudes de Blake Judd como seguidor de Pink Floyd, quien recreó libremente el legado musical sicodélico de los británicos emergidos de la escena sesentera, con instrumentación de antaño –órgano Moog, saxofón– y ambientes espaciales, además de cierto sentido del humor; Addicts también se remonta a aquella época, pero desde una perspectiva más cruda y depresiva, enfocándose no tanto en el aspecto musical, sino en la parte terrible e incómoda que representó la utilización de la heroína y su consecuente adicción, algo que se transmite desde el escalofriante diseño de la portada; por lo mismo, las composiciones son más brutales e inestables, y en consecuencia, más difíciles de digerir. La obra comienza con Cry for Help, que más que canción es una exclamación desesperada que reza: "N-O-T-H-I-N-G H-U-R-T-S M-O-R-E T-H-A-N B-E-I-N-G B-O-R-N" (nada es más doloroso que nacer), frase que nos introduce de lleno al tema de las drogas y que a la vez pudiera interpretarse como una alusión a la dificultad de la concepción artística; en cierto modo, el estilo de Nachtmystium suena más concreto, menos disperso y más pulido, pero el desparpajo de Assassins era precisamente lo que le daba ese encanto de transgresión espontánea. Por su parte, Judd declaró que para Addicts quiso involucrar elementos de post-rock e industrial, para seguir expandiendo las fronteras del metal extremo. A pesar de lo interesante de la premisa, este lanzamiento no suena tan variado auditivamente; ciertamente hay toques de influencias externas, aunque no necesariamente de rock industrial; si en realidad era esa la intención, el resultado es bastante fallido, acaso pueden encontrarse guitarras elementales de extracción ochentera en Nightfall y Then Fires, pero aún así carecen de juego, sin los inesperados contrastes que Assassins ofreció; por otro lado, este nuevo trabajo se aleja considerablemente de la psicodelia y el space rock, con lo que el término Black Meddle sale sobrando, pues hacía alusión a la fusión que se trabajó en Assassins (bautizado así tras el álbum Meddle de Floyd), y por ende se pierde la idea de una secuela auténtica.

En lo que sí avanzó el estilo de Nachtmystium a través de Addicts fue en la elaboración de coros melódicos, aspecto en el que destacan ampliamente No Funeral, Ruined Life Continuum y la titular Addicts, con su temática sobre las drogas y cuyo coro "All I want is more" nos remonta al debut fílmico del suizo Barbet Schroeder sobre los estragos de la heroína y nos lleva por otro (mal)viaje desencantado y decadente. Finalmente, Every Last Drop (ver video) sí conserva los tintes del Floyd que tiñieron Assassins, con su guitarra ambiental evocadora de Shine On You Crazy Diamond, la despedida al Syd Barrett ausente. Para la nueva alineación de estudio de la agrupación repiten Jeff Wilson en la guitarra y Sanford Parker en el sintetizador; en la batería se suma el enorme Jef 'Wrest' Whitehead, líder de su banda Leviathan y quien ha tocado con Judd en el súper grupo Twilight. Adicionalmente, Chris Black repite como productor y letrista.

Addicts pasará a la historia como un buen disco, quizás no como la obra maestra que es Assassins, sino como una muestra de la buena racha por la que atraviesa Nachtmystium como banda experimental, independientemente de los resultados obtenidos; tal vez la propensión de Judd por fusionar géneros sea un sincero intento por ampliar las posibilidades del metal extremo como corriente, o quizás sea meramente un interés comercial para llegar a un sector de público ajeno al metal, como sea, se agradece que haya músicos valientes que tomen el riesgo y generen música diferente. La esencia del black metal es ir contra lo establecido, aunque eso signifique ir en contra del mismo estilo.

Until The Light Take Us

2 comentarios

Por Pablo Barrios

Until The Light Take Us

Variance Films      

Cuando se editó el libro Lords of Chaos: The Bloody Rise of the Satanic Metal Underground, nadie pensó que se convertiría en un best-seller de tal magnitud que tendrían que hacer copias de más y llevarlos a varios formatos de papel. El libro en general es una recopilación de los hechos inéditos del black metal donde, en entrevistas a las agrupaciones y personajes sobrevivientes de la época del Inner Circle, cuentan sus historias sobre el nacimiento del género más oscuro del metal de una forma concisa y sin restricciones, haciendo uno de los escritos más importantes y reveladores que ha dado la literatura metalera. Queriendo trasladar la idea principal a la pantalla grande, surgió Until The Light Take Us, presentada en varios festivales de cine en Estados Unidos y Europa con una distribución importante. El material se suma a la nueva ola de documentales sobre heavy metal como lo es Metal – A Headbanger's Journey y Global Metal, entre otros. Sin embargo no es favorable por completo, es entretenido a momentos y no llega a ser de lo más revelador para quienes ya conocen la historia del black metal, la quema de iglesias y destrozos en cementerios.

Por más atrayente que puede ser la historia, las personas externas al género y al estilo musical, la van a encontrar interesante ya que trata el tema de una forma subyacente, siempre muestra un comportamiento lineal sin salir del esquema ya que la cinta no es explotada profundamente como tendría que ser, por momentos solo es una división universal del mundo de Fenriz de Darkthrone, en vez de tener múltiples capas donde podamos observar diferentes puntos de vista ajeno a las bandas.

Con invitados especiales como Immortal, Hellhammer (Mayhem), Frost (Satyricon), Faust (ex-Emperor), Kristoffer "Garm" Rygg (Ulver), contando de una forma breve sus experiencias, y el propio Varg Vikernes (Burzum) narrando desde la prisión como pasó todo, justo antes de salir y grabar Belus. Until The Light Takes Us nos lleva, una vez más, a lo más oscuro de Escandinavia.

Con Gylve "Fenriz" Nagell bajo un fondo blanco y con una luz brillante apuntándole , la lente empieza a contar una mirada personal a la vida del ya legendario personaje. En un viaje por Europa rueda la cinta y en la que se basa mayoritariamente la declaración del documental, se le ve comentando los principios de su adolescencia, el contrapunto de porque escucha música electrónica, sus entrevistas con la prensa y el porque cree que algunas agrupaciones de black se vendieron mientras que Darkthrone sigue siempre a su fiel estilo.

El documental toma algunos archivos de noticieros televisivos de la quema de iglesias con la narración de Count Grishnackh (Varg Vikernes) desde prisión, siempre relajado y contento, destacando que cuando se empezó a rodar el filme, se encontraba en una situación difícil, sin duda la pieza clave de la película ya que sin él no se aportaría tanto a la idea de la misma. Pese a estar en un segundo plano, su contribución decomo asesinó fríamente a Euronymous y su vida en la niñez, provocan el punto más fuerte y controversial.

Mostrando como un movimiento underground llegó a ser "mainstream", Until The Light Take Us revela como se proyecta la parte ideológica del género en revistas, medios de comunicación, hasta galerías de arte y convenciones. El documental en sí es muy limitado en cuanto a su visión, aunque tiene algunos de los personajes más importantes del género, no llega a convencer por una edición poco explotada y realizada. Muy limitado en narración, a instantes con una estética de cine de arte, semejante al black metal donde la música extrema cruza fronteras impensables.

Para los que conocen ya la historia del Inner Circle, Until The Light Take Us es sólo un repaso que pone a prueba cuanto sabe uno sobre las historias contemporáneas más importantes de la escena metalera, donde hay una pequeña mirada a las vidas de estos personajes donde cuando más pasa el tiempo, más grande es su leyenda. Por fin el metal más extremo llega a lo más alto de la cinematografía con una entrega que es interesante por momentos, y aunque cuenta con sus deficiencias, es obligatoria para cualquier metalero que quisiera conocer las raíces de cómo se generó el movimiento más controversial y polémico de los últimos tiempos en los países nórdicos.

Cradle Of Filth – Darkly Darkly Venus Aversa

3 comentarios

Por Pablo Barrios

Cradle Of Filth
Darkly Darkly Venus Aversa

Peaceville Records

Inicialmente con un titulo tentativo que fue descartado a último momento llamado All Hallows Eve, el nuevo capítulo en la saga de Cradle Of Filth finalmente se bautizó bajo el nombre de Darkly Darkly Venus Aversa y marca el retorno de un sonido más clásico, con una forma de presentar los temas mucho más dinámicos y memorables que su anterior Godpseed On The Devil's Thunder. Nuevamente  los ingleses han puesto el esfuerzo y la concentración en hacer una obra única, ningún álbum que ha editado Dani Filth y su tropa es igual, como se puede reflejar en esta oportunidad, demostrando que tienen muchas ideas renovadas y más devoción que nunca.

Siguiendo la línea en la carrera de Cradle Of Filth, sabemos que vamos a encontrar ya que lograron concretar y encontrar hace tiempo su fórmula, su sonido y su sello personal, por lo cual es más fácil familiarizarse con su propuesta. Sufriendo mutaciones en la alineación, cada simbiosis entre la banda y la música se denota dando como resultado un alejamiento a su sonido tradicional extendiéndose cada vez más, hasta editar LPs como Nymphetamine y Thornography, donde las estructuras de los temas eran mucho más simples y muy diferentes a lo que venían creando. En esta ocasión también sufre una baja importante en la formación ya que una de las piezas fundamentales que estuvo durante años, Sarah Jezebel Devay, no figura, y es reemplazada mínimamente en algunos sectores por la cantante de pop Lucy Atkins, cuya voz aporta gran caracter al personaje que interpreta en esta travesía.

Con Cradle Of Filth a veces es muy difícil tener una postura que esté entre el amor y el odio, ello mismo acontece con Darkly Darkly Venus Aversa. Los seguidores más cercanos de las dos eras de la agrupación van a estar más que complacidos. A quienes gustan de lo clásico como Dusk And Her Embrace, estarán más que contentos por su ambientación;  los que se han interesado por discos como Damnation And A Day van a estar más que satisfechos por la brutalidad. Y los que siempre los critican, lo van a odiar más que nunca. Musicalmente desde Midian, no se escuchaba un conjunto tan potente que hiciera olvidar pasos en falso de sus últimos trabajos. O lo tomas o lo dejas.

Con un bello arte dentro del booklet, un libro que va contando la historia en cuestión de las letras junto a imágenes, se da el puntapié para crear una atmósfera para hacer volar nuestra imaginación y situarnos donde quiere la banda. En términos líricos Dani Filth siempre hace gala de su forma tan poética de escribir literatura vampírica, conjugada con palabras en latín o versos muy pocos conocidos haciendo más interesante su manera de encarar todo un álbum conceptual. A la vez, su rol principal en la voz es muy criticada por tener esos alaridos y aullidos. En este CD como siempre, hay que tomarlo con pinzas, a veces sus cuerdas vocales sobresalen por toda la música y a veces deja mucho que desear.

Líricamente, Cradle Of Filth ha apostado a una figura controversial y polémica en la religión como es la  la historia de Lilith, primera esposa de Adán que se fue del jardín del Edén por voluntad propia, para luego convertirse en un bruja, una de las tantas historias que se ha escrito sobre esta mítica mujer, pero en esta ocasión nos topamos con una versión más sucia, oscura y con todo el romanticismo de la literatura gótica.

En Darkly Darkly Venus Aversa, una de las particularidades es que no hay ningún tipo de introducción de por medio, ni hay interludios clásicos como Portrait Of The Dead Countess de Cruelty And The Beast o Creatures That Kissed in Cold Mirrors de Midian. Este álbum va directo al grano.

Hace bastante tiempo que la agrupación tiene un estigma pegado sobre si son una banda de black metal o no. En su primer trabajo, The Principle of Evil Made Flesh, hay una reminiscencia, pero nunca lograron poder convencer a un público que lo ha criticado por el hecho de decir que son tal cosa y sonar diferente. Musicalmente siempre fueron más allá en territorios desconocidos que luego otras agrupaciones imitaron, por eso en Darkly Darkly Venus Aversa se busca la aprobación de esas personas acelerando un paso más su música. Desde que comenzaron a editar discos, ninguno posee el caracter como el que proponen en esta nueva producción.

Con unas pocas palabras y bajo la conducción de una tormenta sonora por parte de Martin Skaroupka en la batería de The Cult Of Venus Aversa, se da el clima perfecto para una entrada a toda orquesta, particularmente esta canción da un indicio de cómo va a sonar la propuesta de los británicos, mucho más enfocados en las orquestaciones y en la rapidez de sus temas, reflejandose en The Nun With The Astral Habit, una clara alusión y un pequeño tributo a bandas como Emperor.

En ningún momento bajan los decibeles, la insignia de la teatralidad y lo gótico está en cada instante. The Spawn Of Love And War es un claro ejemplo de ello donde las voces se complementan a la perfección. La única excepción es Forgive Me Father (I Have Sinned) (ver video), el único corte reconocible a la primera escucha por la particular melodía que evoca.

En Darkly Darkly Venus Aversa es necesario prestar atención a los detalles ya que es mucho más intricado que sus discos experimentales, y no tan melódico como gran parte de sus años dorados con Dusk And Her Embrace, Cruelty And The Beast y Midian.

En la edición especial vienen cuatro canciones extra, creando un complemento interesante en complicidad con temas pesados,  sin mucha orquestación y que no carecen de agresividad, sino todo lo contrario; la perla de la segunda entrega es Mistress From The Sucking Pit, que tendría que haber quedado en la edición final por la excelente e incesante participación de la tecladista Ashley Ellyllon. 


Cradle Of Filth logró otra vez su cometido con el álbum más agresivo que hayan editado hasta la fecha y que alegrará a sus fans de toda la vida, y juntará a los detractores, reuniendo casi todas sus épocas, consiguiendo una pieza musical llena de emoción, complejidad y agresividad.
 

Linkin Park – A Thousand Suns

4 comentarios

Por Pablo Barrios

Linkin Park
A Thousand Suns

Warner Music

Luego del fracaso musical (no comercial) de su anterior álbum Minutes to Midnight, una oda al plagio en todo sentido, Linkin Park logra vencer a sus demonios con una propuesta bastante radical a lo que venía haciendo. A Thousand Suns es un experimento tan minimalista que puede fallar de la manera más catastrófica posible, aun así salieron victoriosos con una obra impensada por muchos y que ya se ha ganado el odio generalizado de sus seguidores más acérrimos.

Nacidos del auge Ñu Metal junto a Limp Bizkit, Korn y Slipknot pero con melodías pop, Linkin Park se ha ganado una reputación dentro de la escena del rock como invasores de un sonido que no les pertenece, y con este nuevo trabajo finalmente están buscando una nueva identidad, ahora más ligados con la electrónica, los sonidos industriales. Con las melodías vocales de Chester Bennington al frente, reclutando a Rick Rubin (Metallica, Slayer, Danzig, Red Hot Chili Peppers) en las filas de la producción, estamos frente a un escenario que por lo menos es novedoso. Sin guitarras predominando, sólo en acompañamiento de los samples y loops que se disparan en cada track, la agrupación estadounidense ha logrado el mejor trabajo de su historia a pesar de las opiniones de los fanáticos más puritanos.

Comprometiéndose con un mensaje anti-sistema en este disco, siguen una línea mirando haciendo al futuro y olvidando el pasado, pero sin ser revolucionario. La banda es una coleccionista de hits que en este caso le será difícil convencer a un público más popular por romper el molde en el sonido habitual de sus dos primeras propuestas, Hybrid Theory y Meteora.

Más armónicos y maduros, con una influencia muy marcada de los trabajos experimentales de Radiohead, de los 15 temas que están estipulados en el CD, casi la mitad son interludios donde nos dan una idea que se trata este proyecto, haciendo que el trabajo se escuche de principio a fin como una obra conceptual muy bien balanceada.

De entrada The Requiem y The Radiance son el aperitivo inicial, algo más que inusual con dos introducciones donde recién en la tercera canción Burning In The Skies, entrana tocar de una forma muy tranquila, ocurriendo de la misma forma sin sobresaltos de ningún tipo durante todo el CD, salvo en algunos tramos de la historia conceptual como en Blackout, donde Chester Bennington empieza a gritar de forma desmesurada recordando a Faint de Meteora y con una ausencia, en este caso favorable, de Mike Shinoda. El rap/rock es casi inexistente sólo por el hecho que en When They Come For Me hacen una clara alusión que de ahora en adelante no hay que esperar más de lo mismo de Linkin Park. La tranquilidad de todo el álbum no debe confundirse con falta de entrega o en buscar nuevas alternativas y nuevos sonidos como en The Catalyst, ya que A Thousand Suns es un experimento donde los géneros no existen y la música es libre.

Por suerte, el grupo esta mutando en algo que tendrían que haber hecho en su disco anterior, una mezcla que va del tecno, rock, pop, industrial bastante moderno. El redondo es uno de esos trabajos que dividen aguas y genera polémica durante años, un material donde no hay medias tintas, o lo amas o lo odias. Para los seguidores más fieles de la agrupación es un paso hacia atrás. Para Linkin Park, A Thousand Suns es simplemente comenzar de nuevo.

Tarja – What Lies Beneath

1 comentario

Por Pablo Barrios

Tarja
What Lies Beneath

The End Records

La ex-cantante de Nightwish, Tarja Turunen, regresa después de dos intensos y largos años de trabajo. What Lies Beneath es una continuación progresiva de My Winter Storm donde se le ve mucho más independiente que en sus trabajos anteriores.

Con miembros de renombre como Mike Terrana (batería) en su grupo e invitados especiales de la talla de Joe Satriani y Phil Labonte (All That Remains), la nueva obra de Tarja es más que sobresaliente por muchas razones.

My Winter Storm logró plasmar la oscuridad por la cual la intérprete estaba atravesando en el pasado y aquí logra poder encapsular una época, pero en vez de oscuridad refleja bastante luz a comparación de sus antecesores. Musicalmente, por suerte, nunca deja de tener ese tinte gótico característico que tuvo en Nightwish y que hoy continúa lográndolo con su voz. La cantante brilla de una manera fluida y sin ser forzada, la música manifiesta una gran potencia por más que sea una balada. El poder de su voz es innegable.

Pequeñas obras operísticas son las que presenta la cantante finlandesa con arreglos muy tradicionales. What Lies Beneath es un proyecto mucho más relajado dado sus excelentes baladas donde se alterna con el heavy. Sin duda el proyecto más personal con el que se ha enfrentado Tarja, tratando de demostrar que puede hacer grandes cosas. 

Buscando dejar su propia huella como solista, la vocalista demuestra que trata de buscar un balance a lo que hizo en My Winter Storm. Sorpresivamente en el nuevo trabajo el punto de inflexión es cuando comienza la producción, sonando como una obra teatral con Van Canto en Anteroom Of Death, se amalgaman perfectamente haciendo una entrada bastante interesante.

A esta altura su alejamiento de Nightwish a veces no le juega a su favor por la temática lirica, a veces pareciera que le canta a sus ex-compañeros  y viceversa, pero no por eso le quita honestidad a sus palabras como se demuestra en In For The Kill, uno de los temas más aguerridos de esta nueva entrega. Sus temas son concisos y aunque fue trabajado minuciosamente, como consecuencia no se nota que haya forzado de más la música.

What Lies Beneath es un pequeño rompecabezas muy bien construido donde la agresividad y la delicadeza, el ying y el yang de Tarja, se fusionan de una forma natural. Musicalmente, la carrera solista de Tarja va en ascenso constante demostrando que no hay fronteras que la detenga, como el pequeño guiño que regala a la audiencia latina con su canción Montañas De Silencio.

Tal vez el estigma de ser la ex-cantante de una agrupación tan importante como Nightwish, en ciertas ocasiones le juega en contra, pero para Tarja el cielo es el límite una vez más.
 

Ozzy Osbourne – Scream

4 comentarios

Por Juanito el del Demo

Ozzy Osbourne
Scream

Epic

Considerado una leyenda en la comunidad metalera, criticado por algunos y amado por millones, Ozzy Osbourne sube un peldaño más de su larga y prolífica carrera y –hay que decirlo–, uno muy importante, con su producción 2010 titulada Scream.

Luego de una relación co-dependiente de dos décadas con Zakk Wylde, la influencia de éste en la música de Osbourne se hacía cada vez más evidente, por lo que el Príncipe de la Oscuridad consideró necesario hacer un cambio: el elegido fue Kostas Karamitroudis, mejor conocido como Gus G., guitarrista de la banda griega Firewind; dado el historial de Ozzy con sus anteriores guitarristas, podría pensarse que se trataría tan sólo de un virtuoso más en la lista; sin embargo, el helénico realmente vino a traer un fresco aire de renovación a la discografía del británico. Basta escuchar Let it Die –la obertura del álbum–, para descubrir durante sus seis intensos minutos el testimonio decisivo de por qué cambió a un guitarrista por otro. En cierta manera, es cierto que quien manda ahí es Sharon… perdón, Ozzy, y los otros músicos –por muy buenos que sean– sirven solamente de apoyo; pero en este caso, Gus G. realmente le ha inyectado vitalidad al veterano músico, quien canta de una manera en la que hacía mucho tiempo no se le escuchaba. Tal vez no se le entienda nada cuando habla, pero a la hora de pararse frente a un micrófono o una audiencia, su cuerpo se fortalece y su voz se carga de pasión, y a lo largo de Scream, su timbre vocal encaja a la perfección con el estilo de la guitarra de Gus G.. El resto de esta nueva alineación la componen Blasko en el bajo, Tommy Clufetos en la batería (ambos ex-Rob Zombie) y Adam Wakeman –con su apellido de abolengo–, en los teclados.

Dentro de tanto guitarrazo vertiginoso, resulta notable Soul Sucker con su cadencia lenta, evocadora del doom de Black Sabbath, sin duda unos de los platillos fuertes del menú; soul sucker podría traducirse como "el chupa almas", lo que nos hace pensar en un viejo vampiro que se alimenta de la energía de los demás para mantenerse vivo. Diggin' Me Down y I Want More llaman la atención con su estructura progresiva, al clásico estilo de Diary of a Madman o Killer of Giants, mientras Time representa la infaltable balada. Como ha sucedido en varios de los temas de Ozzy, muchos de sus títulos y letras son auto referencias a su carrera, su persona y sus actuaciones sobre el escenario, dando esa impresión de cercanía, de estar platicando con el escucha en persona acerca de su trayectoria… pero más que a viejito sentimental, suena al abuelo divertido que sabe entretener con sus grandes experiencias. Por ello no es de extrañar que las canciones lleven nombres como Life Won't Wait, Time o I Want More cuando recapitula el camino recorrido y Let Me Hear You Scream o I Love You All cuando se dirige a su público.

Finalmente, en una comparación obligada entre The Devil You Know de Heaven & Hell y Scream, la obra de Osbourne destaca por haber logrado desempantanarse de un estilo arraigado y bien conocido por todos, para expandir sus fronteras. No es que se trate realmente de una nueva propuesta estilística, pero tampoco se le puede exigir tal cosa a quien en su momento consumó la mayor propuesta musical de la historia, junto a Iommi, Butler y Ward. Sin duda, Scream sorprenderá a bastantes escépticos que piensan que Ozzy está acabado, y halagará a quienes han seguido de cerca su carrera. Larga vida a los rockeros de su especie.

High On Fire – Snakes For The Divine

1 comentario

Por Juanito el del Demo

High On Fire
Snakes For The Divine

Koch Records

High On Fire es el trío actual de Matt Pike, californiano que se dio a conocer con su anterior grupo Sleep; no obstante, High On Fire ha ido varios pasos adelante, llevando el stoner/doom de su banda madre hacia terrenos más densos y peligrosos, que se han revelado desde su gran debut The Art of Self Defense hasta el alabado Death Is This Communion.

El lanzamiento 2010 de la agrupación en cuestión, titulado Snakes For The Divine no es más ni es menos que sus predecesores, es un álbum poderoso y dinámico, reflejo de la gran experiencia adquirida por Pike como músico; sus canciones siempre están en movimiento continuo, pero sin divagar, llevando al escucha por un conciso y emocionante camino de flamas, abundante en reptiles venenosos, engendros infrahumanos, guerreros legendarios y espectros atormentadores, que pasa de fangosas piezas de ambiente doom como Bastard Samurai, a agresivas bofetadas thrasheras como Ghost Neck. Por supuesto, como en cualquier agrupación liderada por un guitarrista virtuoso, los riffs incansables están a la orden del día –aspecto en el que destacan en especial los acordes del tema titular–, y los solos de guitarra heroicos no se echan de menos, entre los cuales los de Frost Hammer y Fire, Flood and Plague dejan un gran sabor de boca. De resaltar también es How Dark We Pray, con su peculiar cadencia y guitarra melódica, de estructura simple, pero evocadora de la expresión más pura del metal tradicional.

A Pike lo acompañan Des Kense, –baterista presente desde el comienzo de High On Fire, y que sorprende por su interpretación en Ghost Neck– y Jeff Matz, bajista que repite luego de su aparición en Death Is This Communion. La producción corrió a cargo de Greg Fidelman, co-productor de World Painted Blood (Slayer) e ingeniero de Death Magnetic (Metallica). Quizá Snakes For The Divine no aporte ninguna novedad al amplio espectro del metal como género, pero su fuerza y energía lo llevarán constante e involuntariamente a los estéreos y reproductores de quienes lo adquieran. Un grupo que, desde que uno conoce, incita a escuchar más de ellos.

Dimmu Borgir – Abrahadabra

3 comentarios

Por Pablo Barrios

Dimmu Borgir
Abrahadabra

Nuclear Blast Records

Dimmu Borgir ha vuelto con toda su parafernalia black metalera y muchas novedades de por medio, a la vez de más de lo mismo. Abrahadabra ha visto la luz después de tantos problemas en el seno de la agrupación durante el último año, lo cual se ve reflejado en el producto final.

Sin algunas de sus rocas fundamentales como lo fueron ICS Vortex y Mustis, oficialmente ahora tan solo un trío con músicos invitados, la banda noruega perdió gran parte de su identidad donde las orquestaciones clásicas y melodías vocales han quedado casi relegadas a la inexistencia, dejando de lado una de las partes clave de su ya conocida marca registrada que tienen en el género.

Incorporando a músicos de sesión como Snowy Shaw en bajo (Therion) y Agnete Maria Kjølsrud en voces, son una de las sorpresas que ha dividido las aguas en los seguidores, ya que con su single Gateways (ver video) han entrado en un territorio desconocido dando señales de una situación diferente a las últimas entregas de la banda. Abrahadabra no está tan alejado de su sonido característico, sino que siguieron por un recorrido bastante familiar sin arriesgar mucho, apostando a lo seguro, sin grandes cambios.

Su trilogía más famosa: Enthrone Darkness Triumphant, Spiritual Black Dimensions y Puritanical Euphoric Misanthropia, quedó en el pasado, siendo su pico de creatividad y ahora decayendo en sus siguientes lanzamientos. Esta vez no es la excepción. Con esta entrega a pesar de ser mucho mejor que In Sorte Diaboli, no alcanza su máximo potencial como debería ser.

Con una producción bastante envidiable y una orquesta a su disposición, cada músico invitado cumple sobriamente su función mientras que Dimmu Borgir comienza a develar el gran misterio de Abrahadabra con Xibir, una de las introducciones más larga de toda su discografía; de a poco va formando un crescendo para cargar con toda la potencia en Born Treacherous, con la particularidad de poseer un sonido en las guitarras más fiel al estilo del black metal, salvo por el sencillo Gateways donde se deja ver que fue compuesto especialmente como propuesta para lanzar un single.

En términos generales, la primera parte es mucho más fuerte y memorable que la complementaria, entrando a un territorio más que conocido en el segundo acto a partir del tema Ritualist, donde se empieza a decaer con pasajes de Death Cult Armageddon. De principio a fin parece que todo se resume a una cuestión de principios como lo expresan en la canción Renewal, hay renovación, hay aire fresco en cada tema pero falta algo, el rompecabezas no está completo sin sus anteriores integrantes y eso se refleja en la nueva imagen de los noruegos donde el blanco es el nuevo negro.

Endings And Continuations, A Jewel Traced Through Coal y The Demiurge Molecule, al final son temas forzados que pudieron haber sido trabajados de otra forma haciendo tedioso terminar de escuchar toda la obra, y aunque hay perlas como el cover Perfect Strangers de Deep Purple, no es suficiente para dejar algunas preguntas en el aire. Esta vez la música no pudo hablar por ellos. ¿Recomendable? Sí. ¿Espectacular? No.

La gran apuesta de este nuevo trabajo es sin duda la canción con el mismo nombre del combo nórdico Dimmu Borgir, sonando bombástico y a toda orquesta, es tratado como un himno donde se le escuche, cayendo en unas liricas previsibles pero sin dejar de sonar potente en cada estrofa cantada por Shagrath; se trata de llevar el fuego y la bandera de la agrupación bien en alto después de algunos golpes en el camino.

Dimmu Borgir ha dejado sus cartas sobre la mesa nuevamente y esta vez lo hicieron de forma segura dado todos sus problemas internos. Han entregado un material fuerte pero no lo suficiente como para ser recordado dentro de su extensa discografía. Abrahadabra no es una vuelta a sus trabajos más complejos, es tan solo un paso más a un futuro álbum probando a sus seguidores que funciona y que no. Para los noruegos es un momento crucial para decidir si van a seguir haciendo lo mismo por siempre, o van a volver a correr riesgos más grandes a partir de ahora. Sólo el tiempo lo dirá.

Nevermore – The Obsidian Conspiracy

3 comentarios

Por Juanito el del Demo

Nevermore
The Obsidian Conspiracy

Century Media

Después de cinco largos años, finalmente aparece The Obsidian Conspiracy, el séptimo larga duración de Nevermore; durante este receso, Jeff Loomis y Warrel Dane se dieron tiempo en 2008 para editar álbumes solistas (Zero Order Phase y Praises to the War Machine, respectivamente), y así regresar con las baterías recargadas. O, por lo menos, esa era la idea.

Editado en 2005, This Godless Endeavor –el predecesor de The Obsidian Conspiracy– logró trascender como uno de los mejores álbumes de los albores del siglo XXI, gracias a la suma de varios elementos: pasajes instrumentales extensos y bien logrados, la importante colaboración en el proceso de composición por parte de los miembros Jim Sheppard y Steve Smyth –este último además representó un apoyo clave para Loomis en el trabajo de guitarras–; todo esto amarrado por la gran producción de Andy Sneap (Masterplan, Kreator, Megadeth); en The Obsidian Conspiracy, todas estas cualidades han desaparecido: para empezar, los diez temas son de la autoría Loomis/Dane, que si bien constituyen la fuerza motriz del grupo, parecen haberse estancado en una fórmula; es cierto, los grandes riffs, los coros memorables, los ataques incisivos de Dane contra la política, su peculiar mezcla de thrash, power y metal tradicional, todo está ahí, pero el asunto ya se siente más rutinario, no hay sorpresas; lo mejor llega hasta el final con She Comes in Colors y The Obsidian Conspiracy, por mucho los tracks más elaborados. Finalmente, la producción de Peter Wichers –quien llegó por recomendación de Dane– no estuvo a la altura de las características del grupo; si bien acaba de producir The Panic Broadcast para su propia banda Soilwork y el ya mencionado Praises to the War Machine, aún le falta la visión de Sneap. Según declaraciones del mismo Loomis, mientras Sneap le permitía completa libertad creativa, Wichers quiso involucrarse de lleno en la composición y cuando escuchó las estructuras de 7 a 8 minutos que realizó Loomis, le "sugirió" que las recortaran un poco, que les quitara la grasa para hacerlas más concisas y, consecuentemente, más pegajosas. Tal vez a ellos les pareció una gran idea, pero precisamente esos "sobrantes" son los que hicieron grandes varias piezas de su catálogo y los que les ganaron la clasificación de metal progresivo; ahora, como escucha uno tiene la sensación insatisfecha de que cuando los temas parecen comenzar a encenderse, terminan súbitamente. En la cuestión anímica, el disco está invadido de un sentimiento de odio (la palabra "hate" aparece en varios de los temas, además de la furia implícita de la portada), reflejo de la frustración de Dane por no haber podido cambiar todavía a un mundo alejado de la mano de Dios; traiciones, decepciones y conspiraciones abundan en los temas de un álbum que puede a su vez estar traicionando el estilo de la banda.

Como siempre sucede, habrá seguidores incondicionales que reciban esta producción con buena cara, y no les faltará razón, pues funciona a cierto nivel y aprueba con calificaciones suficientes, pero los escuchas más exigentes fruncirán el ceño con una sensación de insatisfacción.