Por Juanito el del Demo
High On Fire
Snakes For The Divine
Koch Records
High On Fire es el trío actual de Matt Pike, californiano que se dio a conocer con su anterior grupo Sleep; no obstante, High On Fire ha ido varios pasos adelante, llevando el stoner/doom de su banda madre hacia terrenos más densos y peligrosos, que se han revelado desde su gran debut The Art of Self Defense hasta el alabado Death Is This Communion.
El lanzamiento 2010 de la agrupación en cuestión, titulado Snakes For The Divine no es más ni es menos que sus predecesores, es un álbum poderoso y dinámico, reflejo de la gran experiencia adquirida por Pike como músico; sus canciones siempre están en movimiento continuo, pero sin divagar, llevando al escucha por un conciso y emocionante camino de flamas, abundante en reptiles venenosos, engendros infrahumanos, guerreros legendarios y espectros atormentadores, que pasa de fangosas piezas de ambiente doom como Bastard Samurai, a agresivas bofetadas thrasheras como Ghost Neck. Por supuesto, como en cualquier agrupación liderada por un guitarrista virtuoso, los riffs incansables están a la orden del día –aspecto en el que destacan en especial los acordes del tema titular–, y los solos de guitarra heroicos no se echan de menos, entre los cuales los de Frost Hammer y Fire, Flood and Plague dejan un gran sabor de boca. De resaltar también es How Dark We Pray, con su peculiar cadencia y guitarra melódica, de estructura simple, pero evocadora de la expresión más pura del metal tradicional.
A Pike lo acompañan Des Kense, –baterista presente desde el comienzo de High On Fire, y que sorprende por su interpretación en Ghost Neck– y Jeff Matz, bajista que repite luego de su aparición en Death Is This Communion. La producción corrió a cargo de Greg Fidelman, co-productor de World Painted Blood (Slayer) e ingeniero de Death Magnetic (Metallica). Quizá Snakes For The Divine no aporte ninguna novedad al amplio espectro del metal como género, pero su fuerza y energía lo llevarán constante e involuntariamente a los estéreos y reproductores de quienes lo adquieran. Un grupo que, desde que uno conoce, incita a escuchar más de ellos.

Nevermore
Machine, aún le falta la visión de Sneap. Según



Prácticamente, el black metal se ha convertido en un género por sí mismo, y la diversidad de bandas que existen ya no suenan a lo mismo, como sucedía hace veinte años; si bien el escucha promedio ya no sabe qué esperar, ni si en el futuro se escucharán fusiones con marimba y güiro —si no es que ya existen—, lo cierto es que hoy en día las bandas que defienden esta bandera están logrando darle mayor credibilidad y difusión a un estilo que fue tremendamente condenado en sus inicios y que hoy vive un gran momento, aunque, como todo, nunca faltarán oportunistas que se cuelguen la etiqueta porque está de moda —a ellos sí se los llevará el diablo—. Pero mientras existan bandas como Borknagar, que expresen musicalmente una filosofía inteligente y lúcida, el negro universo seguirá girando.

Otro aspecto a resaltar son los títulos de las canciones de After, que nos describen la geografía del mundo personal de Ihsahn: las tierras yermas, los lagos congelados de Marte o el mar negro del Cielo, simbolizan de manera lírica los terrenos que este músico se ha empeñado en explorar, sin perder por ello el contacto con suelo firme; para terminar, independientemente de la sólida consistencia de After como obra integral, debe destacarse la inclusión de Undercurrent, no sólo la mejor pieza del álbum, sino por mucho, una de las mejores canciones del año en la industria discográfica. Sus diez minutos constituyen en sí mismos una obra por todo derecho, con tintes progresivos, la incursión de un saxofón magistral y riffs de guitarra memorables. Felicidades y gracias a Ihsahn. Que Satán lo tenga en su gloria.