Chimaira pondrá a la venta el 20 de julio Coming Alive, un CD y DVD que registra un documental de cuatro partes sobre un año y medio en la vida de la banda de Cleveland a lo largo de siete horas de duración, así como también la grabación de su más reciente material, Infection, del año pasado.
El lanzamiento comprende también el show de décimo aniversario navideño de Chimaira Xmas: Live Concert Film, en su ciudad natal, el pasado 30 de diciembre de 2009. La versión de CD cuenta con 17 tracks en el concierto antes mencionado.
El material se complememta con el compendio de como se hizo Resurrection (2007).
Coming Alive Tracklist
01. The Venom Inside
02. Resurrection
03. Power Trip
04. Empire
05. The Disappearing Sun
06. Severed
07. Destroy and Dominate
08. Six
09. The Dehumanizing Process
10. Dead Inside
11. Painting The White To Grey
12. Nothing Remains
13. Salvation
14. Secrets Of The Dead
15. The Flame
16. Pure Hatred
17. Implements of Destruction (incluído sólo en el DVD)
Los suecos de The Haunted adelantan con un ligero clip de Road Kill, CD y DVD en vivo de la banda que sale el 8 de junio. El video es del tema Faultline que puedes ver más abajo.
El lanzamiento podrá adquirirse de manera conjunta o por separado. El disco en audio cuenta, además de un show entero grabado en febrero de 2009 en Amsterdam, Holanda, con rarezas de las sesiones de grabación de su último inédito, Versus.
El cantante Peter Dolving dice:
“Éste DVD es una pieza de vida, un vistazo a como es estar de gira con The Haunted.
Cómprenlo, véanlo y disfrútenlo. Cuando estén muertos y enterrados ya no podrán hacerlo, ¿o sí?”
El guitarrista Anders Björler agrega:
“‘Road Kill’ son diez años resumidos en un documental de 65 minutos. Es rudo, sucio, honesto y directo.
Luego de trabajar casi dos años en éste filme, estoy complacido de que salga finalmente.”
El infierno muestra otro rostro, no el acostumbrado por blasfemias y conjuros, ahora tiene una máscara gitana, surrealista, casi onírica, es más, la entrada a esta dimensión no es de una caverna incendiándose, sino tiene forma de una semiabierta carpa de circo, donde el presentador está caracterizado por Lee Dorrian, ese genio de la composición retro llamada Cathedral, la infestada por los años 70, casi hippie, pero sin la decadencia ni la fijación por el amor compartido.
La invitación luego de cinco años en el silencio, es para entrar a los aposentos del demonio, quien reposa entre los humos que despide el incienso de cannabis, así de extravagante resulta la experiencia auditiva en The Guessing Game.
El inicio corresponde a Immaculate Misconception, una breve introducción casi alucinógena, con esa distorsión que padece carraspera, pero inundada de un teclado sicodélico, es la tercera llamada para la función dividida en dos actos. Enlazado con el llanto de un infante para Funeral Dreams, otro episodio del doom/metal que caracteriza a la banda inglesa, con la participación de Alison O'Donnell (Mellow Candle) de la banda irlandesa de rock folk irlandesa en los 70, y así el metal se desdobla en este tan esperado regreso: festivo, relajado y a la vez punzante.
Una conjunción perfecta de los músicos fielmente reproducida en el estudio, con una grabación que permite distinguir con fidelidad cada instrumento, destacando el trabajo del bajista Leo Smee, en dueto simbiótico con la batería de Brian Dixon. No en vano han transcurrido 20 años de su inicio, lo que se traduce en la manera de componer que tiene Dorrian con su mancuerna Gary "Gaz" Jennings. Letras que advierten inconformidad contra la sociedad y los dogmas que intentan sostener este mundo en decadencia, como en Death of an Antichrist.
La pieza homónima es un interludio instrumental y acústico, dando paso a Edwige's Eyes y Cats, Incense, Candles & Wine, con esa porción de doom magistral y grave.
El segundo acto del show, abre con la instrumental One Dimensional People, destacando el intro de la batería con severas muestras de la influencia stoner, como en la genial The Casket Chasers, representación fiel de la discografía que precede a los británicos. Luego toca el turno a La Noche del Buque Maldito (a.k.a. Ghost Ship of the Blind Dead), paranóica y ambiental como los clásicos cortes sabáticos, pero que distingue la inclusión de una faceta progresiva al estructurar la canción sin perder el toque psicodélico, dosis que se repite en The Running Man.
El aparente humor del sampler al inicio de Requiem for the Voiceless, en realidad es por la lírica basada los derechos de los animales y su grito de libertad, tema no común para esta rama del metal.
La conclusión de estás 13 piezas, corresponde a Journeys into Jade, con sus más de diez minutos de duración, para que Lee Dorrian y su compañía recuerdan los veinte años de que su Cathedral se erigiera en las inmediaciones de Europa, a través de un repaso por su discografía.
Como ha sucedido con otras bandas que se reúnen para el Wacken Open Air, la presentación de Cathedral en la edición del festival germano el año pasado, tuvo sus frutos. La banda ha entregado el álbum doble The Guessing Game, un paseo irracional y espontáneo con uno de los actos más únicos e inquietantes que el metal ofrece. Lo que pudiera confundirse con una gama de estilos musicales y temas líricos, se unifica como una vértebra que sostiene la propia historia de Cathedral y su capítulo más reciente. Un espectáculo sonoro e imaginativo complementado con instrumentos exóticos, imposible de perderse.
Rob Zombie es un multifacético personaje que no necesita introducción porque ha trascendido en la música pesada, gracias a que pudo llevar todas sus ideas musicales sobre películas de terror a la pantalla grande con cintas interesantes como, House of the 1000 Corpses, The Devil's Rejects y las secuelas de Halloween. Después de largos años de ausencia alejado de la música por sus múltiples proyectos como director, llegó su tan esperado nuevo álbum Hellbilly Deluxe 2: Noble Jackals, Penny Dreadfuls and the Systematic Dehumanization of Cool, donde corre un riesgo bastante grande titulándolo así, teniendo el precedente que su primer disco como solista lo catapultó como un icono de culto dentro de la escena.
Teniendo en su espalda clásicos de su ex- banda White Zombie, La Sexorcisto-Devil Music Vol. 1, Astro Creep: 2000 – Songs of Love, Destruction and Other Synthetic Delusions of the Electric Head, y una carrera prominente como solista, se espera mucho de una mera secuela de un CD que tuvo un éxito comercial increíble como fue Hellbily Deluxe (1998).
No hay ninguna duda que Zombie nació con el talento de cualquier artista y se sabe muy bien lo que hace demostrando lo perfeccionista que es. Comparándolo con toda su discografía, es un material flojo en cuanto a los estándares que uno está acostumbrado del cantante como en la obra, The Sinister Urge donde incluye Never Gonna Stop (The Red, Red Kroovy) y Feel So Numb, donde creativamente es de lo mejor que ha editado, pero Hellbilly Deluxe 2 es como la continuación de Educated Horses (2006). Un poco más experimental con la música y con las letras que llega a un punto que se vuelve una repetición constante con riffs genéricos y reciclados que no aportan nada nuevo a su carrera; no es malo, todo lo contrario, es un proyecto interesante que no saca provecho como tendría que ser.
Su primer single, Sick Bubble – Gum, es un claro ejemplo donde repite a cada rato la palabra “motherfucker” una y otra vez, o en Mars Needs Women donde reitera la frase hasta caer en la fórmula de siempre.
Como lo aclara la portada, es sucio, crudo y tiene un toque stoner. En su conjunto suena como una agrupación que no logra el equilibrio y siempre tambalea de un lado a otro sin encontrar aquellas épocas de gloria. Lejos quedaron los tiempos donde se podía apreciar canciones como Dragula, Living Dead Girl y Demonoid Phenomenon, de su primera entrega donde los ritmos bailables mezclados con el metal daban un género industrial totalmente novedoso.
Con voz áspera y cada vez menos notoria, Rob Zombie cumple cantando y contando historias sobre hombres lobo, zombies, frankensteins, vampiresas y demás en sus letras, pero no es suficiente, algo falla, solo son canciones que no superan lo que hizo anteriormente. En la segunda aparición del Hellbily, no hay mucho para recordar, todo el soundtrack sobrevive a duras penas ante toda la monstruosa discografía del cantante.
Werewolf Women Of The SS, What, Werewolf Baby! y sobretodo, The Man Who Laughs, que alcanza casi los diez minutos con un solo de batería, son algunos temas interesantes que sobresalen y donde mezcla rock, metal, electrónico, y 'B- Movies' de una manera ingeniosa, con la marca registrada del cantante. En general está falto de sangre y corazón en el proyecto, o tal vez pulir un poco más la producción. Los tracks que van sonando a cada instante en esta segunda parte, parece que son algunos cortes que quedaron fuera de sus anteriores álbumes y sólo están tratando de que suenen mejor para que queden en este redondo. Suena más a rarezas olvidadas en un baúl lleno de polvo y telarañas, que a un trabajo en equipo que se propuso crear música de la mano de Rob.
Es difícil catalogar a semejante artista por su amplia serie de constantes proyectos. En su totalidad es un LP confuso, bastante desbalanceado donde se le nota a Zombie más concentrado en su carrera como director, que como músico. La ironía es que Hellbily Deluxe 2 tiene el mismo resultado que las películas. A veces las segundas partes nunca llegan a ser tan buenas como la original.
El satanismo y ocultismo del black metal siguen siendo abanderados por las hordas bélgas de Enthroned, quienes con la edición de Pentagrammaton, alcanzan el octavo larga duración de su carrera iniciada en 1993.
Como se conoce, Sabathan, el último integrante original abandonó la banda hace un par de años, quedando liderados por el veterano Nornagest quien asumió las riendas de la banda desde el disco Tetra Karcist (2007) y resulta que es primo de Cronos, vocalista de Venom, así que el linaje diabólico está asegurado.
Continúa la influencia cabalística de su diseño, mejoraron infernalmente en la calidad de su producción, demostrando que el mantenerse fieles a la crudeza del género, no es impedimento para invertir en una grabación profesional.
En su conjunto, la obra resulta agresiva, como ser mutilado a punta de hachazos, sin mesura, cada rola se asienta de modo brutal. Por cada integrante son escasos los acompañamientos vocales de Phorgath mientras sostiene el bajo, por lo que la maestría le toca a Nerath Daemon en la guitarra líder y los teclados, con el soporte de la batería y la presentación de Garghuf (Unlocked, Gorgoroth, God Seed) a su cargo.
No existe ningún solo en todo el álbum, así que se puede imaginar la serie de madrazos que componen cada pieza, entre escalas y rasgueos a modo de batalla campal.
El eslabón débil del disco es el intro atmosférico, un preámbulo común, que se parte con The Vitalized Shell, y la distorsión de tono agudo abre para dejar que la caballería infernal de todos los instrumentos, devoren con su presencia. Nornagest dirige la destrucción. Black metal puro reforzado con los teclados mínimos necesarios para impregnar el ambiente de una neblina demoníaca sin llegar a la majestuosidad orquestal que se destacó en su anterior entrega. Culmina con una oración a secas: Amen.
La caña despiadada de las guitarras continúa con Rion Riorrim, seguida por un respiro efímero, con arranque lento y descenso en la velocidad del acompañamiento por tan solo un minuto: Ornament of Grace, de las mejores composiciones.
Otras piezas que sorprenden por rescatar las raíces más crudas del black metal, con esa agresividad interrumpida por un coro piadoso como en Magnvs Princeps Leopardi,o la contundencia devastadora en N ehas´t y The Essential Chaos.
La rola que da nombre al nuevo álbum, Pentagrammaton, podría parecer la menos impresionante por su conjugación excesiva de riffs; sin embargo, expide una maldad particular muy distinta al resto del material, demostrando la capacidad creativa de los europeos que repiten esa destreza con genial y extenso corte de Unconscious Minds.
El intermezzo, otro elemento común del género, se da a través de la atmósfera instrumental Ad Te Clammamvs Exsvles Morvua Liberi, y el cierre centellante, corresponde a la agresiva Behemiron, similar a una tormenta impredecible.
Si eres ferviente seguidor del black, no saldrás decepcionado, el material es una muestra de lo puro que puede conservarse este género, a pesar de las tendencias experimentales de muchas otras bandas contemporáneas.
Enthroned ya ha sido confirmado para encabezar el cartel del Black Winter Fest para el mes de diciembre en el Distrito Federal, junto con otros sacerdotes del género extremo: Shining, Taake y Den Saakaldte.
Muchas personas estaban con bastante escepticismo luego de escuchar unos avances del nuevo álbum de Gamma Ray, To The Metal – sobre todo con el adelanto de la canción que da nombre al título del disco porque suena exactamente a Metal Gods de los británicos Judas Priest. En este punto se ansíaba un nuevo Land of The Free pero es algo que quizá nunca pase, fue un hito en la historia en la música del power metal y así se quedará para siempre. La carrera de estos alemanes ha tenido sus aciertos y desaciertos a través de los años sin desmerecer su gran capacidad de crear canciones pegadizas. To The Metal suena al mismo término, suena a “Metal”, un tributo al heavy metal donde podría decirse que hacen un reconocimiento a bandas como Judas Priest, Accept, Iron Maiden, y a ellos mismos.
Kai Hansen y compañía ya son un emblema y son los que llevan la bandera sin duda de este estilo musical que a esta altura, está lleno de clichés por repeticiones de agrupaciones como los germanos. Junto a Helloween, son las instituciones mundiales y pioneras del género más melódico de la música pesada.
La magnitud melódica de esta particular obra es innegable, produciendo riffs que son dignos de cualquier himno, trayendo buenos resultados aunque el producto final sea demasiado previsible y esperado, quedando con un sentimiento de que algo le falta a esta producción, algo importante, el factor de sorprender al oyente.
Sonando más directos como No World Order y menos bombásticos como en Majestic y Land Of The Free II, To The Metal cumple su función, van hacia adelante con velocidad, galope y con el clásico sonido como la apertura de la obra titulada Rise y el tema All You Need To Know, que contiene la participación de Michael Kiske, quien junto a Kai Hansen, recuerda los mejores tiempos de su antigüa banda haciendo uno de los puntos más fuertes del CD, pero por otro lado Deadlands, sigue con la tradición de repetir la fórmula donde tiene algunos tintes de querer volver a sonar como los tiempos de Powerplant. Se percibe que el grupo quiere seguir con la cosecha del éxito sin muchas ideas renovadoras, y es más claro en la canción To The Metal, que inclusive para una banda como los alemanes es mala, porque es repetitiva, y todo suena demasiado forzado.
Como siempre, la parte más sobresaliente viene del duelo de guitarras y los solos de Henjo Richter y Hansen. En Time To Live se escucha como se complementan a la perfección cada segundo haciendo que la Gamma Ray suene fuerte y bastante optimista por parte de las letras como nunca se les vió. Temas como Shine Forever (Brilla Por Siempre), No Need To Cry (No Hay Necesidad de Llorar) y Time To Live (Tiempo de Vivir), apuestan a un trabajo alegre y relajado.
La única sorpresa y lo más agradable de escuchar es sin duda la balada power No Need To Cry, por su composición, diferentes matices y colores; y justo al final, Chasing Shadows, aquí, por primera vez, nos podemos encontrar con un teclado en frente haciendo tanto una intro con atmósferas sobresalientes y duelos de mastil dando un fuerte cierre para todo To The Metal, pero que nos deja con un sentimiento de que no han superado sus entregas pasadas.
Totalmente alejados de sus más altos clásicos, To The Metal tan solo es un disco más como lo fue Sigh No More, sin superar altas expectativas para los más acérrimos a este género donde cada vez se busca más virtuosismo y buenos tracks que suenen frescos y con ideas contundentes.
Lamentablemente quedando muy lejos de ser uno de los discos del año, al igual que Helloween, parece más un disco para festejar ellos mismos y hacer algún tipo de tributo que otra cosa, sin sorpresas y siguiendo la fórmula, demostrando virtud en este género melódico. Gamma Ray sigue reinando a pesar de algunos tropiezos hasta alcanzar ser uno de los grandes del power metal con talento y con tal vez, demasiada confianza en sí.
Con un par de EP’s conocidos como First y Second, y un par de álbumes titulados Red Album y Blue Record, uno podría pensar que la creatividad de Baroness no se encuentra en muy buena condición; no obstante, este cuarteto de Savannah, Georgia ha logrado sobresalir de manera distinguida y triunfante, dignos del título nobiliario que ostentan —al respecto, el término “barón” viene del francés antiguo y significa “hombre libre” o “guerrero libre”, algo totalmente congruente con el estilo épico que despliegan orgullosamente—.
Lo primero que llama la atención de la obra en conjunto es la portada; cualquier transeúnte podría llegar y comprar este álbum únicamente por lo atractivo del arte: un par de mujeres despojadas de sus ropas, de carnes voluptuosas, rodeadas de fauna y vegetación en tonalidades azules, con un aire nostálgico de art nouveau. Lo sorprendente, es que el autor de las portadas de Baroness es su propio vocalista y guitarrista John Dyer Baizley, quien además de las cubiertas para su propia banda, ha creado el arte para discos como Deliver Us de Darkest Hour, Static Tensions de sus paisanos Kylesa, In Return de Torche y Phantom Limb de sus compañeros de sello Pig Destroyer, entre otros, con un estilo, además, bastante reconocible por su colorido armónico. Un gran artista, en definitiva.
En el terreno principal —que es el musical—, Baroness se desenvuelve en el subgénero del sludge metal, un estilo atascado que ha encontrado sus principales representantes en el sur confederado de los Estados Unidos, en específico con bandas de Nueva Orleáns como Crowbar y Eyehategod, y en los también nativos de Georgia, Mastodon, con quienes Baroness tiene varias semejanzas, pues han expandido sus composiciones al nivel de obras progresivas, alterando sus ritmos, timbres vocales y tiempos, al grado de lograr transmitir una gran cantidad de sensaciones y estados de ánimo, pero siempre regresando al terreno de los riffs intensos de la guitarra de Baizley y los ataques rabiosos de tambores de Allen Blickle, respaldados por la precisión en el bajo de Summer Welch; tal vez las canciones que mejor ejemplifiquen esta tendencia progresiva sean Swollen and Halo, O’er Hell and Hide y The Gnashing; aunque muchas de las evoluciones también se dan a través de las pequeñas piezas que sirven como transiciones entre temas: Bullhead’s Psalm, Steel that Sleeps the Eye, Ogeechee Hymnal, Blackpowder Orchard y Bullhead’s Lament, gracias a las cuales los matices alcanzan un colorido equiparable al del mencionado arte de la portada. Llama la atención el solo de guitarra de The Sweetest Curse, con un sonido muy al estilo de Brian May de Queen, haciendo eco a la realeza de los ingleses, heredada de una reina a una baronesa. La alineación la completa Pete Adams, guitarrista apenas reclutado para este álbum, pero que conoce al resto del grupo desde sus días escolares, por lo que su participación e integración en las complejas composiciones se dio de manera fluida y natural.
Las letras, como es de esperarse, hablan de reyes, caballos y espadas, en un tono épico similar al de los nativos de Austin, Texas, The Sword, pero aunque el espíritu del disco sea homogéneo, no sigue en realidad una línea conceptual. Si las cosas siguen su curso, probablemente la próxima producción de Baroness se titule Green Work, pero independientemente del título, el verdadero reto consistirá en que logren mantener el nivel mostrado hasta ahora.
Scenes from Hell es el octavo disco de estudio de Sigh, pero ¿quiénes son en realidad? Para empezar, se trata de una banda de black metal japonesa, que comenzó su trayectoria en 1993 en la disquera de Euronymous llamada Deathlike Silence Records… dados estos antecedentes, el escucha debe quedarle claro que Sigh no sería la primera elección para amenizar un bautizo (a menos que tu hijo vaya a llamarse King Diamond); en efecto, se trata de música extrema realizada por músicos en realidad virtuosos, pero poco convencionales.
La primera impresión al escucharlo es la de tener en nuestro reproductor a un heredero de Dimmu Borgir —banda que ha construido muchos cimientos en el terreno del black metal sinfónico—; sin embargo, después de exactamente 55 segundos, nos damos cuenta de que hay mucho más atractivos que subyacen escondidos en las profundidades de esta escabrosa y desconcertante obra, de la que brotan espontánea y sorpresivamente elementos ajenos al rock, como saxofones, danzas folclóricas, orquestas pueblerinas y pasajes de jazz; pero también llama fuertemente la atención la inclusión de guitarras de rock de los sesenta u órganos sicodélicos —lo que resulta aún más drástico—, con lo que la mente maestra de la banda, Mirai Kawashima, nos mete a la fuerza en su mundo retorcido y asfixiante.
Conceptualmente, el álbum es un recorrido desde la agonía de su protagonista hasta su arribo al averno, que comienza con las visiones apocalípticas de Prelude to the Oracle y culmina con el tema que da nombre al disco, Scenes from Hell, con títulos referentes a tumbas y funerales de por medio, creando únicamente con música una serie de imágenes mentales que envidiaría Tim Burton para su desabrido País de las Maravillas. Muchos de los pasajes dan la impresión de haber sido inspirados por la banda sonora de alguna alocada película de ambiente surrealista de Fellini o de Kusturica, y ciertamente, para vislumbrar la residencia de Satán, parece lógico que nuestra mente se despegue de la realidad conocida, en un estado de vigilia.
Aunque en realidad no guardan ninguna semejanza con otros de sus paisanos, vale la pena considerar el acercamiento tan poco ortodoxo que los músicos asiáticos tienen respecto a cualquier forma artística, pues si bien en la cuestión del rock han asimilado el espíritu occidental (siendo, en específico el black metal, un estilo netamente europeo) lo han re-elaborado y adaptado a su manera.
Tanto delirio puede resultar perjudicial para la estabilidad mental del escucha, pero en las dosis adecuadas resulta como un estimulante traído del lejano oriente, que durante 43 minutos nos hará vislumbrar ocho escenas bastante explícitas del destino que nos aguarda a quienes no hemos llevado una vida apegada a las normas morales dictadas por el Vaticano. Nos vemos allá.
Grecia tiene historia. Rotting Christ, su máximo exponente de música extrema, también. La banda lidereada por Sakis Tolis edita su décimo larga duración titulado Aealo, luego de 20 años en la escena mundial y eso, como el pasado de su país natal, conlleva un gran peso y una gran responsabilidad.
Es indiscutible que las bandas deben dictarse a sí mismas sus propias exigencias, no basarse en la opinión pública, las críticas, modas o imposiciones de las compañías para dirigir el enfoque de un disco. ¿Cómo saber lo que sucedió con Rotting Christ? Su historia muestra una evolución que se origina desde lo más radical del grindcore, pasando por el black metal y puliéndose hasta el gótico y ahora, tal vez folk.
La canción que abre el LP, lleva el mismo título de la obra, inicia con los coros despiadados a cargo de Pliades y el característico rasgueo de las guitarras, puntual y donde predominan los piquetes agudos, agresividad que se extiende en Eon Aeanaos junto con Thou Art Lord, que continúan el ritmo acelerado y más heavy del álbum, siguiendo la contundente batería, incorporando instrumentos de viento que contrastan con el riff sesgado de la rola, voces de tonos casi limpios, con mayor distancia del black metal, y que se desdoblan en solos melódicos sorprendentes.
Otra de las piezas destacables es Santa Muerte, con un ambiente diabólico y desafiante, que a pesar de los coros ritualistas que acompañan su desarrollo, es una salvajada en cuanto a ritmo incansable.
Demonon Vrosis, Noctis Era, y Pir Threontai, esta última con los coros de Alan A. Nemtheanga, vocalista de Primordial, son las composiciones más versátiles, de complejas estructuras unidas genialmente, una conjugación de coros casi litúrgicos, pasajes lentos y secciones machacantes con solos inteligentes, producto de la experiencia acumulada desde 1987.
En esta nueva propuesta, claramente demuestran tendencia tribales y étnicas como en Dub-Sag-Ta-Ke, canción estruendosa pero que se confunde con las intervenciones corales, como brotan en Fire, Death and Fear y Nekron Iahes perdiendo toda compostura; incluso la participación de Diamanda Galás en Orders From The Dead, que se asemeja a la plegaria de una bruja en medio de un conjuro ritual, se vuelven prácticamente rezos con algunos samples de metal. Su presencia en este álbum vino para mal a contrarrestar la excelencia de los temas que supieron continuar y evolucionar lo que se había estado haciendo en Sanctus Diavolos (2004) y Theogonia (2007).
En Aealo, se comete el pecado de saturar el disco con coros, impregnando un ambiente ceremonial excesivo que termina agotando este recurso. Otro aspecto desfavorable en el conjunto, es la batería de Themis Tolis, carente de creatividad y que se limita a un acompañamiento simple, aderezado con ritmos incesantes de doble bombo que igualmente utiliza en abuso, pero sin variedad, empobreciendo cada pieza; sin embargo, en los riffs y las voces prevalece un tono agresivo, oscuro y apetecible; ahora bien, el grado de putrefacción en el cristo griego, será de acuerdo a la sensación de quien lo escuche
Los autodenominados exponentes del “suicidal-black-metal” presentaron el año pasado el sexto capítulo de su historia titulado VI-Klagopsalmer, cuya traducción puede interpretarse como los “himnos de lamentos”. El material fue producido por el responsable de los álbumes anteriores de Shining, IV-The Eerie Cold (2005) y el V-Halmstad (2007), el vocalista de la banda sueca Last Tribe, Rickard Bengtsson quien también ha intervenido en la producción con Arch Enemy y Opeth.
El polémico Niklas “Kvarforth” Olsson y sus hordas sumidas en la depresión que caracteriza a Shining, inician con Vilseledda Barnasjälars Hemvist, los acordes sostenidos de una guitarra distorsionada, un redoble y la voz dolorosa, enferma, que sacude al instante, es black metal fresco, nada intrincado, son riffs despiadados y diversos, además que el timbre de su idioma natal hace que tengan un valor adicional y enigmático.
El segundo episodio le corresponde a una de las mejores piezas del álbum, Plågoande O’helga Plågoande, con un ritmo vertiginoso de tinte heavy con ese doble pedal marcando la simetría, genera un contraste al saber que el título se traduciría como “espíritu atormentado, oh sagrado espíritu atormentado”. El cambio dramático cercano al tercer minuto conduce a una hondonada acústica, voces limpias y un impecable solo, breve pero armónico. El piano para cerrar esta pieza, es la clave de la tristeza absoluta, el engrane perfecto para Fullständigt Jävla Död Inuti, que se levanta hasta alcanzar la agresividad propia de la banda, combativo y trasgresor. Es aquí en donde se aprecia la majestuosidad de Shining para componer los segmentos de angustia, nada más apropiado para un nombre que se traduce como completa y jodidamente muerto por dentro, y eso genera una desesperanza auténtica. Este par de canciones son sin duda, lo más representativo del historial sueco que conduce a lo escrito para el material III y IV de la banda.
Ohm – Sommar Med Siv es un cover de la de banda noruega de metal gótico y experimental, Seigmen, que vino en su álbum Total (1994). Ohm – Sommar Med Siv es cantada en noruego, siendo la única canción no interpretada en el idioma tradicional del grupo en todo el disco, de ahí que la tesitura de sus párrafos adquieran una atmósfera distinta al resto de las canciones, además que su letra es acerca de la adivinación.
Insisto en traducir los títulos porque de esa manera se puede entender el rostro mismo de las canciones, como en Krossade Drömmar Och Brutna Löften, la instrumental que respalda el nombre para los sueños aplastados y las promesas rotas.
El cierre del álbum viene con Total Utfrysning, o la total desolación, una kilométrica pieza de más de 15 minutos, Kvarfort deja arrastrar su voz fúnebre, conduciendo el cortejo de sus acompañantes a través de una duración nunca antes hecha, compuesta por pasajes ambientales hasta la mitad del corte, donde resurge con un solo dramático, junto con las vocales suicidas que extienden los lamentos, para luego cerrar con los acordes de un piano solitario.
Shining ha declarado que compuso el material inédito en tan solo dos días, para finiquitar el contrato con Osmose Productions. El resultado definitivamente salió mejor de lo esperado, una agrupación que puede darse el lujo de preparar un álbum express, no repetir la fórmula de su historia y escucharse aplastantes.