Por Samuel Segura
Anaal Nathrakh
Passion
Candlelight Records
Un ruido extraño, interferente, comienza. Lo acompaña una guitarra acústica y lo que parecen unos gritos femeninos. Pero, es difícil tener la certeza de ello. El caos sonoro y la distorsión, impiden identificar aquello que suena al margen de la música. Sin embargo, ese desorden auditivo se percibe completamente planeado, adrede.
Sexto álbum desde 2001, a la banda británica Anaal Nathrakh no le afectan los años. Ni el género musical. Porque en Passion, los sonidos black, tanto melódico como old school tienen espacio, sin inclinarse por ninguno. Incluso un tufo grind/death se apodera por momentos del álbum, como la pasión se apodera de los hombres y de sus actos.
El dúo inglés realiza su música desde lo profundo de sus entrañas, lejos del cliché del género (en donde los rostros maquillados y los picos en muñequeras predominan). Hay gritos angustiantes que sobrepasan las barreras de los idiomas aquí utilizados, porque gritar en francés o en inglés resulta lo mismo. Esos gritos se entremezclan con voces limpias, más digeribles y propias de los sonidos black más modernos.
Muchas veces, en vez de una letra, suenan quejidos. Ruidos, ambientaciones, sampleos que encajan con la interminable sucesión de blastbeats y solos disonantes. Y en otras ocasiones, las canciones se asemejan entre sí, principalmente por algunos riffs. Hasta el grado de compararlas y diferenciarlas en el acto. Es por ello que este álbum debe escucharse sin pensamientos previos, como si la casualidad nos hubiese llevado hasta él.
Su estructura caótica y compleja se rompe por momentos y tras varias escuchas. Passion no entra a la primera, ni a la segunda. Entra a la séptima, a la octava. Ello no indica que sea un disco insufrible, al contrario. Invita a escucharlo una vez y las veces que sea necesario para intentar digerirlo mejor. Porque, al final de cada escucha, la sensación de que es necesario volverlo a oír, no termina.