*14 temas de brillante composición que hacen vibrar al metalero interno
Eloina Gómez / Search & Destroy
Parece increíble que, en pleno 2018, se pueda encontrar en el mercado un disco de heavy metal de manufactura reciente; sin embargo, es acertado afirmar que el heavy tiene, en su más vasta expresión, un magnífico representante en el álbum Firepower de Judas Priest, lanzado el pasado 9 de marzo a través de Epic Records.
El disco es una muestra perfecta del género, un catálogo de melodías y de las variantes rítmicas y armónicas que caracterizaron al heavy metal de los 80s, el rock pesado que le daría pauta al speed metal y posteriormente al thrash. Firepower nos ofrece 14 piezas de brillante composición; ritmos machacantes, riffs, arpegios y solos que, lejos de gastarse, resplandecen y se mezclan con maestría en una ejecución instrumental que hace vibrar al metalero interno.
Con himnos triunfales como “Guardians/Raising From Ruins”, cortes agresivos como “Firepower”, “Traitors Gate”, piezas pegajosas y contundentes como “The Spectre” , “Children of the Sun” y power ballads como “Never the Heroes” o “Sea of Red”, este trabajo ya se perfila como uno de los favoritos de la discografía Priest; cabe mencionar que Firepower se posicionó en el número 5 en las listas norteamericanas Billboard 200 a pocos días de su debut, alcanzando el segundo lugar en el top de álbumes de rock y primer lugar en el top de álbumes de hard rock.
Sin duda el ave fénix es una de las imágenes míticas a las que nos remite el metal con mayor frecuencia, y en el nuevo milenio cobra sentido hablar de una renovación metalera palpable desde el linaje de Judas Priest. Paradójicamente, y luego de que Glenn Tipton anunciara su diagnóstico de enfermedad de Parkinson y su retiro de la descomunal gira en que la banda está embarcada, muchos fans sienten que Judas Priest pierde su esencia sin K.K Downing, y ahora sin Glenn Tipton en las guitarras; mientras otros opinan que la producción moderna daña el sonido de Judas, prefiriendo la sonoridad de la actuación en vivo.
Lo cierto es que la energía y la cadencia de los nuevos temas brindan cohesión al grupo; la gira de Priest se antoja maratónica y, a pesar de ciertos altibajos en las interpretaciones de Helford, no podemos dejar de reconocer el excelente trabajo de Scott Travis en la batería junto a Ian Hill en el bajo; la mancuerna mantiene una base sólida sobre la cual Richie Faulkner y Andy Sneap hacen gala de creatividad y precisión, emulando y reinventando el sonido que los dioses del metal consolidaron a través de 45 años.
La legendaria agrupación que nos ha llevado a través de las décadas por capítulos de gloria y decadencia, ahora nos regala temas poderosos y catárticos en un trabajo musical con motivos muy bien desarrollados, raíces e influencias en una combinación que genera un heavy metal clásico y asombrosamente actual.
Ver a Judas Priest en vivo debe ser una experiencia importante en la vida de cualquier metalero de hueso colorado y México espera a la banda en los primeros días de mayo como uno de los grupos estelares del festival multitudinario Hell & Heaven, que este año ofrecerá dos días consecutivos de total y absoluta intensidad metalera.
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