Por Samuel Segura
Bereft
Leinchenhaus
The End Records
Waiting Mortuary y Sky Burial son los dos conceptos de los que se nutre este disco. El primero refiere a las construcciones que se hacían con campanas, principalmente en la Alemania del siglo XIX, para detectar el movimiento de los muertos o del muerto que iba a ser enterrado en esos sitios. Las campanas sonarían o no, porque no se tenía certeza de la muerte. El segundo, es una práctica tibetana en la que se disponía al cuerpo muerto a la naturaleza, a los animales. Lo acompaña la idea del renacimiento del alma. Leinchenhaus es, entonces, un álbum que se niega a la idea de la muerte definitiva.
Formada por miembros de Intronaut, Graviton y Abysmal Dawn, Bereft toca "dark, depressing doom” como ellos mismos se han definido. Y no es mentira, sin embargo les queda un poco corta la etiqueta. Hay elementos de stoner, de sludge metal que incrementan la pesadez, la densidad de su música. El tempo es lento, va a pasos largos, despacio. Es viajar a pie un camino lleno de detalles en los que hay que fijarse. En los que solo es posible hacerlo si se viaja de esa forma, no en camión, no en bicicleta, nada que aumente la velocidad de los pasos humanos. Esos que dirigen a los hombres directo al cementerio. Porque algo te has de encontrar si vas caminando: una moneda, una llanta royéndose, una serpiente de cascabel, un oasis en medio del desierto o a la muerte arropando el cadáver de una cucaracha recién pisada. Es sentir en carne propia los acordes melódicos, el bombo-tarola-bombo engrosados por una voz gutural que se apoya de otra que agoniza en alguna parte, durante siete canciones en las que el tiempo es imperceptible, ajeno. Son los armónicos y la línea de bajo los que trazan el camino. Esa carretera que parece infinita y desolada, que es la vida, que es este disco. Y que pareciera no tener final.