Por Samuel Segura
Anaal Nathrakh
Passion
Candlelight Records
Un ruido extraño, interferente, comienza. Lo acompaña una guitarra acústica y lo que parecen unos gritos femeninos. Pero, es difícil tener la certeza de ello. El caos sonoro y la distorsión, impiden identificar aquello que suena al margen de la música. Sin embargo, ese desorden auditivo se percibe completamente planeado, adrede.
Sexto álbum desde 2001, a la banda británica Anaal Nathrakh no le afectan los años. Ni el género musical. Porque en Passion, los sonidos black, tanto melódico como old school tienen espacio, sin inclinarse por ninguno. Incluso un tufo grind/death se apodera por momentos del álbum, como la pasión se apodera de los hombres y de sus actos.
El dúo inglés realiza su música desde lo profundo de sus entrañas, lejos del cliché del género (en donde los rostros maquillados y los picos en muñequeras predominan). Hay gritos angustiantes que sobrepasan las barreras de los idiomas aquí utilizados, porque gritar en francés o en inglés resulta lo mismo. Esos gritos se entremezclan con voces limpias, más digeribles y propias de los sonidos black más modernos.
Muchas veces, en vez de una letra, suenan quejidos. Ruidos, ambientaciones, sampleos que encajan con la interminable sucesión de blastbeats y solos disonantes. Y en otras ocasiones, las canciones se asemejan entre sí, principalmente por algunos riffs. Hasta el grado de compararlas y diferenciarlas en el acto. Es por ello que este álbum debe escucharse sin pensamientos previos, como si la casualidad nos hubiese llevado hasta él.
Su estructura caótica y compleja se rompe por momentos y tras varias escuchas. Passion no entra a la primera, ni a la segunda. Entra a la séptima, a la octava. Ello no indica que sea un disco insufrible, al contrario. Invita a escucharlo una vez y las veces que sea necesario para intentar digerirlo mejor. Porque, al final de cada escucha, la sensación de que es necesario volverlo a oír, no termina.


Uno de los géneros que están ganando más adeptos dentro de la escena mexicana es sin lugar a duda el metal progresivo, misma que es conocida por ser cuna de grandes bandas de death metal y agrupaciones extremas. Nuevamente México está generando grupos de calidad y ahora con un estilo más técnico.
Influenciados mayormente por bandas progresivas y modernas como Symphony X, Dream Theater, etc, los miembros del grupo logran tomar varios elementos de los mencionados para crear su propio proyecto,completamente cantado en inglés. El CD transcurre de una forma que fluye naturalmente, no se siente forzado en ningún momento, logran sorprender por su destreza a la hora de presentar los nueve temas que presenta el álbum, los arreglos son excelentes, el ejemplo más claro es Your Name In Silence, el cual dura diez minutos y en ningún instante decae la atención; la instrumental Crepusculum Vehementis, la acústica That Weird Thing, son grandes joyas de un álbum que vale la pena ser escuchado con atención y detalle. En ciertos puntos no pueden separarse de ese sonido tan característico del género porque es su primer LP, por suerte eso no le quita potencia, con el paso del tiempo encontrarán su propio lugar para lograr todavía más el impacto en su música.

Sin profundizar en la descripción detallada de cada canción que conforma el CD, es de menester señalar que desde el momento en que comienza éste, el oyente se sumerge en un trance que lo transportará por cortes agresivamente escalofriantes, melodías bellas, y ejecuciones impecablemente majestuosas. Una increíble capacidad de crear atmosferas musicales donde están de regreso aquellas intromisiones de géneros diferentes dentro de una misma canción a las que nos acostumbraron en Colors y que no terminan por aburrirnos.

El heavy metal resulta maravilloso, contagioso, otorga un sentido de empoderamiento, de fuerza y de fidelidad a un sonido que se convierte en la banda sonora de la vida de millones de personas. Esa grandeza (y a la vez sencillez), es captada maravillosamente en el cuarto álbum de Dawnbringer, la banda de Chicago liderada por Chris Black, uno de los héroes secretos del metal estadounidense.
So Much For Sleep abre el disco a modo de trailer cinematográfico. Sobre lo que encontraremos ahí dentro, de acuerdo a la declaración anterior, las canciones son el actor principal de esta obra redonda que no cojea, y que se amalgaman perfectamente una con otra sin llegar a ser monótono, aburrido o lineal; por el contrario, canciones como Like An Earthquake, toman las riendas por un camino trepidante y oscilante, que pasa de lo lento a lo rápido y que galopa en un ritmo de bajo muy a la John Paul Jones. Quizá The Devil y Swing Hard sean mejores ejemplos de cómo una canción redonda y bien armada, no necesita ser compleja ni llena de talento desbordado para ser disfrutable y coreable.
Kylesa
Sin embargo, a pesar de que las canciones son fuertes, Spiral Shadow funciona mejor como experiencia completa, de inicio a fin, sin pausas, es como dejar que una bola de nieve se vaya haciendo más grande conforme los temas avanzan y nos vamos inundando en la espesura de lo que Kylesa pretende y logra con este CD.

Los que mencionan que el “heavy metal está de regreso”, no sé en dónde estaban metidos. El heavy metal nunca se ha ido, ni en esos años en que el thrash y el grunge, el geath, el glack y el gótico eran los géneros de moda. Que fuera menos popular es otra cosa. Sin embargo, de unos años para acá se ha notado una fuerte tendencia a que nuevas bandas retomen el sonido y estilo de los 80. El asunto es que unos lo hacen bien y otros no. Lo peor que puede hacer un grupo es copiar a sus héroes pues eso te hace ser simplemente un clon de quinta categoría y una banda sin futuro, o si bien les va, una fama efímera.
manera más discreta. Aquí escucharán por todos lados referentes y lugares comunes de la ola británica (NWOBHM), pero de forma apática: canciones sin un riff poderoso, un coro llamativo, no hay dinamismo, aunque se esfuerzan. Y ciertamente la producción no ayuda en lo más mínimo, de hecho está dispareja. El vocalista/bajista, que responde al apelativo de Possessed, no tiene muy buena voz; el trabajo de guitarras está decente, la batería cumple a duras penas el trabajo. Por todo ello, no es un disco que sea muy necesario conseguir.